La Invasión de los Desertores
Análisis 10/05/2020 07:00 am         


Los recientes sucesos militares ocurridos en las costas del país, introducen nuevos elementos en el debate político en el marco de la actual radicalización



La incursión el domingo 3 de mayo en las costas de Macuto (La Guaira), y Chuao (Aragua) de un grupo de militares desertores procedentes de Colombia fue esperada y reprimida por las fuerzas militares y policiales con resultado de varios muertos entre ellos uno de sus jefes el capitán de la Guardia Nacional Bolivariana Robert Colina Ibarra, alias “Pantera” y la detención del segundo en mando tambièn de la GNB capitàn Antonio Sequea Torres. Bautizada como “Operaciòn Gedeòn” en honor al héroe militar del Antiguo Israel; ya había sido debelada en todos sus detalles y se inscribe en las acciones anunciadas desde el exterior para el derrocamiento de Nicolàs Maduro con supuesta ayuda de los gobiernos de Colombia y los Estados Unidos.

A partir de 2013 Maduro como sucesor de Hugo Chàvez debiò enfrentar fuertes jornadas opositoras como la llamada ”Salida” en 2014 promovida por Leopoldo Lòpez, Maria Corina Machado y Antonio Ledezma, y luego en 2017 nuevas protestas con “guarimbas” y también con saldo de muertos, prisioneros y daños materiales. El 27 de junio de ese año el inspector de la policía cientìfica (CICPC) Oscar Pèrez, sobrevolando Caracas lanzò proyectiles sobre edificios públicos y huyò: dirigiò nuevas acciones, se sumiò en la clandestinidad y el 16 de enero de 2018 fuè capturado junto a 8 personas todas los cuales murieron en enfrentamiento policial. Tambièn en el 2017 un grupo de oficiales encabezados por el capitán Juan Caguaripano tomaron el Fuerte Paramacay en Carabobo huyendo con un lote de armas. El 5 de agosto de 2018 Maduro y el alto gobierno durante un desfile en la Avenida Bolivar de Caracas fueron objeto de un atentado con ataque de varios drones, siendo detenidas posteriormente seis personas como autores de la acciòn y quienes habrìan sido entrenadas en la poblaciòn colombiana de Chinàcota. El grupo “Soldados sin Franelas” se atribuyò el ataque y Maduro responsabilizò al Presidente vecino Juan Manuel Santos de alentar pràcticas terroristas.

Como era previsible en todas estas ocasiones los oficiales y soldados que lograban escapar de la represión encontraban en las ciudades fronterizas colombianas un refugio natural y mas aùn cuando recientemente durante los gobiernos de Chàvez y Uribe las relaciones entre ambas naciones estuvieron marcadas por conflictos y disputas.


AMENAZA DE GUERRA

El 23 de enero de 2019 cuando Juan Guiadò se proclamò Presidente Encargado alegando “ilegitimidad” en la reelecciòn de Maduro meses antes y apelando a su condición de jefe parlamentario, se activò la llamada “Operación Libertad”, siendo reconocido de inmediato en primer tèrmino por Estados Unidos y luego por Colombia, mediante la ruptura de relaciones diplomáticas y una mayor presión por un cambio de gobierno, obligado ahora además por la gravedad de las crisis hiperinflacionaria y humanitaria. Justamente por iniciativa del presidente Ivàn Duque y el “Grupo de Lima” se convocò para el 23 de febrero del mismo año a un evento internacional con un costoso espectáculo artístico en Cùcuta que contò además de Ivàn Duque con la presencia de los presidentes Sebastiàn Piñera de Chile, Abdo Benìtez de Paraguay y el secretario general de la OEA Luis Almagro. El objetivo fuè la entrega por la frontera de una ayuda de comida y medicina proporcionada por Estados Unidos y organismos internacionales. Era obvio que bajo tales circunstancias Maduro tratarìa de evitarla, en el entendido que al igual que lo ocurrido un mes antes con su derrocamiento simbólico se buscaba ahora el famoso “quiebre militar” como una vieja receta de la diplomacia norteamericana para cambios de gobierno en Amèrica Latina. Si bien ello no ocurrió en esta ocasión, se registró sin embargo la deserciòn de màs de 300 oficiales y efectivos policiales que estarían comprometidos de antemano en una nueva conspiración.

El grupo de miitares desertores denunciò a los días que habían sido engañados, que permanecían en precarias condiciones económicas, mientras que dirigentes opositores que organizaron el encuentro y para ello recibieron aportes financieros del exterior, incurrían en actos de corrupción. Al mismo tiempo, en Bogotà se instalaba una suerte de gobierno en el exilio con Embajada, Tribunal Supremo e instancias legislativas y parecía inminente un conflicto armado estimulado por las migraciones y la conflictividad fronteriza. Guiadò mientras tanto, era reconocido por diversos países, Estados Unidos acentuaba sanciones y restricciones económicas, se proponía la aplicación del TIAR para aislar al madurismo y fracasaban los contactos y conversaciones entre gobierno y oposición en busca de salidas a la conflictividad reinante agravada seriamente por la caída econòmica y el malestar social.


“PLAN LEANDER”

En la madrugada del 3O de abril de 2019 se conoció el estallido de una sublevación en el cuartel de la Base Aèrea de La Carlota con la liberación del líder de Voluntad Popular Leopoldo Lòpez después de seis años de prisiòn lo cual daba pretexto para convocar a las acciones de calle que ahora eran asumidas también por Juan Guaidò ya al frente de una movilización nacional como Presidente Interino. Lòpez y Guaidò con un grupo de oficiales entre los cuales destacaba el capitán Antonio Sequea Torres (capturado este lunes 4 de mayo en Chuao); permanecieron pocas horas en el Distribuidor y la Plaza Altamira junto a dirigentes opositores y grupos de vecinos, antes de Lòpez solicitar refugio en la representación diplomática de España. Tambièn en el marco del “Plan Leander” (en honor al barco de Francisco Miranda que tiene una rèplica en el lugar) ya en marcha y concebido por el general Antonio Rivero y el capìtàn Javier Nieto Quintero, también recobrò la libertad y viajò al exterior el experto policial Ivàn Simonovis procesado por los sucesos del 11 de abril de 2002 que provocaron la caída por tres días de Hugo Chàvez. Varios de los oficiales comprometidos en la acción burlaron la persecuciòn y viajaron también a Colombia.


ALCALA CORDONES: INVASION

El general Clìver Alcalà Cordones forma parte de los llamados “comacates” que promovieron el intento de Golpe de Estado el 4 de febrero de 1992 liderado por Hugo Chàvez y desde 1998 durante el gobierno constitucional, ocupò importantes cargos.
Hasta 1913 formò parte de las FANB ejerciendo la jefatura de varias guarniciones incluso la plaza clave de Maracay y siendo señalado en su momento como integrante del “Cartel de los Soles”; un grupo presuntamente ligado al narcotráfico ya con sanciones por la justicia norteamericana.

Fuera del Ejèrcito y enfrentado al gobierno de Nicolàs Maduro, viaja a Colombia donde tiene allegados casualmente acusados por el negocio de la droga y se propone organizar una incursión a territorio venezolano tomando en cuenta que luego de los recientes fallidos intentos de Cùcuta y La Carlota se abre paso el camino de la invasión, bien vista por el gobierno de Trump con la amenaza de “todas las opciones sobre la mesa” y con el apoyo estratégicamente fundamental del gobierno de Bogotà cuyo presidente Ivàn Duque plantea como necesaria para la paz de la región, el cambio de mando en Miraflores.

Desde el mes de octubre pasado en televisión los Vicepresidentes de la Repùblica Delcy y Jorge Rodrìguez venian señalando que en regiones colombianas se entrenaban tres grupos de expedicionarios bajo la direcciòn de Alcalà Cordones. El 26 de marzo de este año el propio general acusado declarò ante la prensa que un armamento decomisado dos diàs antes en Barranquilla fue enviado por èl a Robert Colina Ibarra, alias “Pantera” para el plan de “liberación de Venezuela”. Dos días antes el nombre de Alcalà junto a Nicolàs Maduro, Diosdado Cabello, Tareck El Aissami y el general Vladimir Padrino Lòpez, aparecieron como buscados por conexiones con el narcotráfico en una lista aportada por el Fiscal General de de Estados Unidos Willliam Barr. Por la captura de Maduro se ofrecian 15 milllones de dòlares y 10 millones por Alcalà.


MISTER GOUDREAU

Antes de viajar al Norte para atender al llamado de la Fiscalìa estadounidense –al parecer por “recomendación” del mandatario bogotano-; Alcalà echò un largo cuento a la prensa sobre el plan de la invasión en marcha. Para ello habìa contactado a desertores como Roberto Colina Ibarra (Pantera), Victor Alejandro Pimienta, Javier Nieto Quintero, Antonio Sequea Torres, y Adolfo Baduel (hijo del prisionero Raùl Baduel) entre otros, y viajado a Estados Unidos para la contratación de una de las empresas que manejan la “guerra privada”, es decir organizaciones integradas por excombatientes y asesores militares que actúan con la lógica del mercado pero con la supervisiòn de los órganos de seguridad del Estado. La privatizaciòn de la guerra se ha aplicado ya en los conflictos de Irak, Afganistan, Siria y Libia y se calcula que el negocio mueve anualmente alrededor de cien mil millones de dólares.

En Miami Alcalà conoció a Jordan Goudreau, presidente de la empresa de seguridad privada Silvercorp USA que prestarìa servicios en 5O países con equipos de ex-diplomàticos, estrategas militares y jefes de corporaciones multinacionales y cuyos nombres no son revelados. Goudreau es veterano de guerra, condecorado por su actuaciòn en Irak y Afganistan y se interesò inmediatamente en el plan de la invasión, invocando de paso sus vinculaciones con el entorno del propio Donald Trump.

A los días Goudreau viajò a Bogotà,- acompañado por lo excombatientes y expertos en armas y explosivos Luke Denman y Aron Barry-, ciudad que había conocido en febrero cuando fue contratado para manejar la seguridad del concierto internacional de ayuda humanitaria a Venezuela celebrado en Cùcuta. Sobre la base de un contrato de 212 millones de dòlares y que incluye las claùsulas sobre la preparación y ejecuciòn de la “Operaciòn Gedeòn”; se redactò un contrato suscrito por Jordan Goudreau, Juan Guaidò, Sergio Vergara, Juan Josè Rendòn y Manuel Reureta. En Rîohacha comenzó entonces el entrenamiento de tres grupos de treinta o veinte combatientes dirigidos por los instructores nortemericanos. El decomiso de lote de armas en la via Barranquilla - Santa Marta el 24 de marzo; la solicitud de captura de la justicia norteamericana contra Alcalà y según su propia confesiòn antes de abandonar el país, el incumplimiento del pago establecido en el contrato por Guaidò, Vergara y Rendòn creaban confusiòn y ponìan en peligro el seguimiento de los preparativos e incluso a la propia operaciòn.


“DOBLE RUEDA” Y “ PEPERO”

“A nadie le falta Dios” debió decir el popular “Pantera cuando atendieron una llamada de la Alta Goajira, lugar originalmente escogido por Alcalà Cordones para iniciar la invasión. Se trataba de Elkin Javier Lòpez Torres, alias “Doble Rueda” también llamado “La Silla” (es discapacitado) reconocido capo de la droga en el norte de Colombia en la ruta de Centro Amèrica y famoso por su alianza con el clan “Los Giraldo” en la confrontaciòn con “Los Urabeños”. Lòpez Torres, familiarmente vinculado con la esposa de Alcalà Cordones, ofrecía trasladarlos a su finca para continuar e intensificar los entrenamientos previos a la incursiòn mientras se imponía la cuarentena del coronavirus y se afinaba el diseño de operaciones en suelo venezolano. Nunca se planteò una presencia masiva de insurgentes para batallas convencionales, sino de acometer ataques puntuales,- “quirúrgicos” como debió enseñar Goudreau imitando una inyectadora -en objetivos claves y de manera simultànea en un nivel extremo de violencia política. De esta manera, los noventa hombres disponibles equivaldrían a la tarea propia de un ejército regular-.

A los días se conocerìa otra buena noticia. El capitán Sequea Torres fue informado desde Maiquetia por su amigo Josè Socorro Hernàndez “Pepero”; que todo estaba garantizado para un desembarco en las costas de Macuto. A raìz de la “Operaciòn Leander” de La Carlota el 30 de abril del año pasado, Socorro Hernandez facilitò su residencia como “concha” durante dos meses a Sequea, quien se había dado a conocer en una fotografìa viral al lado de Leopoldo Lopez el líder rescatado de la prisión domiciliaria.

“Pepero” no es conocido como dirigente político, sin embargo ahora después del reciente desembarco en Macuto es señalado por voceros del oficialismo como agente de la DEA y viejo colaborador de los desertores en Colombia ,mientras ya su nombre era popular en las tertulias de los gimnasios del Este de la ciudad.

Lo ocurrido el 3 y el 4 de mayo ya pertenece a la historia como un nuevo episodio en las graves tensiones de los últimos años; Donald Thump y el gobierno de Colombia niegan cualquier vinculaciòn con lo ocurrido; el gobierno ha retomado la ofensiva internacional y propone un acuerdo nacional humanitario ante el covid-19; la oposiciòn radical que aboga por la injerencia externa a lo mejor transioriamente baja el tono y los voceros crìticos que apuestan a la salida electoral tendrán mayor espacio para sus planteamientos. Al final, es otro capìtulo del dramático “Caso Venezuela”, y como siempre ahora el refrán tiene la razón: “guerra avisada no mata soldado”. 








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