Son frecuentes las exhortaciones de la Conferencia Episcopal Venezolana, así como las declaraciones de sus principales voceros sobre las situación nacional, la mayoría de las cuales han sido criticas en relación al rumbo autoritario del régimen chavista-madurista y los problemas que aceleradamente complican y asfixian la vida de la mayoría de los venezolanos. Un papel obviamente político propio de la autoridad moral e influencia que ejerce la comunidad católica universal. Los mensajes semanales de los papas desde la Ciudad del El Vaticano (con énfasis sin duda en la retórica actual del Papa Francisco) son recibidos como sabias y pertinentes exhortaciones para los católicos del mundo entero, pero ello de ninguna manera debe convertirse en un factor beligerante en los asuntos puntuales de la refriega política cotidiana, es decir, la Iglesia no es un partido político más. Esa y no otra es la postura orientadora de los mensajes que dominicalmente cumplen las oraciones y reflexiones papales.
El pasado lunes 11 y a propósito de la discusión subida de tono que mantienen sectores opositores sobre la participación o no en las elecciones parlamentarias convocadas para el 6 de diciembre, la CEV dio a conocer un documento de 6 puntos que fija su posición al respecto y cuyo contenido ha desatado una intensa polémica en los medios de comunicación, especialmente en las plataformas digitales. No obstante, en las críticas al texto suelen omitirse definiciones claras pero que han estimulado interpretaciones divergentes.
Por ejemplo, en el punto 3 del documento se dice: ``somos conscientes de las irregularidades que se han cometido hasta ahora en el proceso de convocatoria y preparación de este evento electoral. Desde la designación de los directivos del Consejo Nacional Electoral, la confiscación de algunos partidos políticos, inhabilitación de candidatos, amenazas, persecuciones y encarcelamiento de algunos dirigentes políticos, el cambio del número de diputados y de circunscripciones electorales, de allí que resulta inmoral cualquier maniobra que obstaculice la solución política y social de los verdaderos problemas presentes en el país.”
Frente a la gravedad de lo señalado y como una respuesta posible en las actuales circunstancias se fija también un criterio firme e inequívoco en el punto 5: ``El momento actual exige la participación plena y libre de todos los partidos y movimiento políticos, junto con el compromiso ineludible de las autoridades y de los dirigentes de los mismos, de dejar a un lado sus propios interés para llevar el bien común y el servicio al todo pueblo venezolana. Nos mueve el poder de Dios en los valores transcendente y el amor al pueblo, los únicos que llevan la paz y la convivencia. También sostiene en el anexo 4 una opinión dirigida a los partidos que han expresados que no participaran en las elecciones parlamentarias: ``esto no basta, deben asumir las responsabilidad de buscar salidas y propuestas para el pueblo que durante años ha creído en ellos, pues la solo abstención hará crecer la fractura político-social en el país y la desesperanza en el futuro. Esta decisión de abstenerse priva la decisión de los venezolanos para defender sus derechos en la Asamblea Nacional´´. No participar en las elecciones parlamentarias lleva a la inmovilización a la abandono de la acción política y al renunciar al mostrar las propias fuerzas. Algo semejante pasó en diciembre del 2005, y no tuvo un resultado muy positivo. A pesar de las irregularidades, la participación masiva del pueblo es necesaria y podrá vencer los intentos totalitarios y el ventajismos del párete del gobierno´´.
LA GUERRA DIGITAL
En un contexto de discusión democrática el mensaje de la CEV podría debatirse en los planos de las ideas, pero como se sabe en las actuales circunstancias ellos no dejan de ser un intento tentador para la guerra digital, para la batalla del teclado, y para activar los mecanismos de los fake news. De esta manera el planteamiento es asumido incluso por dirigentes políticos, que deberían entender el verdadero papel de la Iglesia como un llamado al voto de manera simple y de paso como un enfrentamiento de organizaciones políticas (lo cual es legitimo al plano civilizado del debate) Es decir, más que tomar las opiniones de la Iglesia como útiles para decisiones políticas se las asume como parte de una polarización que en definitiva ha conducido al país- como lo dice en mencionado documento- a un cuadro de violencia inútil y de profundo desencanto y confusión de la mayoría de los venezolanos. Por ejemplo María Corina Machado, una de las principales referencias de la lucha opositora más consecuente, reacciono de manera automática: `` claudicar no es una opción, ni ciudadana ni cristiana; no puedo entender el cambio total en la posición de la CEV, donde queda su valiente y visionaria alerta sobre el totalitarismos criminal del régimen´´.
TENDENCIA NACIONAL
El hecho cierto es que el documento de la CEV interpreta un sentimiento mayoritario de la población que ahora registran las encuestas del más variado signo: ``existe un creciente rechazo al gobierno pero también cada vez un mayor nivel de desacuerdo con las políticas aplicadas por los principales partidos de opositores´´. Como lo recuerda muy bien el documento eclesiástico ``una política opositora que no ha tenido éxito y por el contrario han servido para reforzar al régimen´´. De esta manera el debate nacional ahora en buena medida es guiado por el contenido del documento que recoge las reflexiones de la CEV. Se podría decir como El Quijote: ``con la Iglesia hemos topado, Sancho´´.