Más que un escritor, Albert Camus (1913-1960) es un artefacto. Cada vez que alguien roza su figura, estalla algo. Así ocurrió durante el 50 aniversario de su nacimiento. El entonces presidente Nicolás Sarkozy propuso trasladar sus restos al Panteón de Francia, el lugar donde descansan Voltaire, Zola, Víctor Hugo, Pierre y Marie Curie, Alejandro Dumas o André Malraux. La idea no gustó a los hijos del ganador del Premio Nobel de Literatura en 1957.
Todo en Camus es una lucha, a la manera del combate que Hegel propone para explicar la síntesis de una tesis y su contrario. Por eso resulta hoy fundamental la publicación que hace Debate de sus textos en Combat, periódico del que fue redactor jefe y que hablaba en nombre de la Resistencia francesa contra el nazismo, en otoño de 1943. Camus tenía apenas 30 años.
Reunidos bajo el titulo La noche de la verdad, en este volumen se recogen, compiladas por Jacqueline Lévi-Valensi, la totalidad de los textos que Camus escribió para Combat entre marzo de 1944 y junio de 1947, con el añadido de varias piezas aparecidas en 1948 y 1949. "Son textos firmados por el escritor francés o que pueden atribuírsele con cierta seguridad: 138 editoriales, 27 artículos", aseguran sus editores. Aquellas fueron las palabras que lo dieron a conocer, la piedra de agua contra la que afiló su pluma.
Nacido en el seno de una modesta familia de emigrantes franceses, su infancia y gran parte de su juventud transcurrieron en Argelia. Inteligente y disciplinado, Camus empezó estudios de filosofía en la Universidad de Argel. Empezó a ser conocido como escritor en 1942, cuando se publicaron su novela corta El extranjero, ambientada en Argelia, y el ensayo El mito de Sísifo, obras que se complementan y que reflejan la influencia que sobre él tuvo el existencialismo. En las claves de esa biografía están los amasijos del niño que Camus narra en El primer hombre.
Su compromiso político, destilado en estos artículos, era una respuesta a la Francia de Vichy. Resulta imposible comprender la naturaleza de Camus sin tomar en cuenta su compromiso. Durante la Segunda Guerra Mundial militó en la Resistencia. Fue justo en esos días cuando fundó el periódico clandestino Combat, y de 1945 a 1947, fue su director y editorialista. Sus primeras obras de teatro, El malentendido y Calígula, prolongan esta línea de pensamiento que tanto debe al existencialismo, mientras los problemas que había planteado la guerra le inspiraron Cartas a un amigo alemán.
EL COMPROMISO
Entre la justicia y mi madre, elijo mi madre… dijo Albert Camus cuando recibió el Nobel de Literatura, en 1957. Fue su respuesta a un periodista que aquel día le pidió su opinión sobre Argelia. Sí. Argelia. Aquel tema que atravesó su vida y su obra como una estaca. Dijo Hannah Arendt, que tanto Camus como su generación se vieron "tragados por la política como si los absorbiera la fuerza del vacío". Sin embargo, la verdadera responsabilidad intelectual del Nobel parecía alojarse en otro sitio, en una región más compleja de lo que éste significa. Y este libro forma parte de ese proceso.
"Han pasado más de setenta y cinco años desde la aparición del primero de ellos; el siglo XX se va alejando de nuestra vista. Sin embargo, nos sigue fascinando: tanto la lucha democrática contra el totalitarismo nazi como el brutal experimento comunista poseen una fuerza emocional y simbólica difícilmente parangonable. Se trata, por añadidura, de conflictos humanos universales llamados a reproducirse bajo formas distintas; de ahí que aún nos miremos en el espejo de aquel siglo". Con esas palabras explica el prólogo del libro la necesidad de estos textos en un siglo que parece ignorar todo lo que ocurrió en el que lo antecedió. Es lo que tiene Camus, nada más rozarlo, todo estalla. Él es el combate.