Biden no es Obama, pero Lee a Joyce
Bulevar 24/01/2021 08:00 am         


Del "Make America Great Again" al "Make America Read Again"... Que Biden consiga restaurar la cercanía con la cultura en las proporciones de los Obama es poco probable, sin embargo, y comparado con Do



Filósofos, novelistas, cineastas, periodistas, cantantes, actores y hasta directores de museos miraron con horror la llegada del republicano Donald Trump a la Casa Blanca: redujo aportaciones públicas a fundaciones privadas e instituciones; su uso de la propaganda y las amenazas contra la prensa horrorizaron a escritores y editores; así como su racismo, xenofobia y absoluto menosprecio por una cultura plural en la literatura, los museos y el teatro empeoraron la percepción que los artistas tuvieron durante su mandanto.

Esta semana muchos miembros del sector cultural respiraron tranquilos ante la toma de posesión del demócrata Joe Biden como nuevo presidente de los Estados Unidos. Los líderes de las organizaciones culturales han asegurado a medios como The New York Times o The Newyorker que, ya como senador demócrata de Delaware y luego como vicepresidente, Biden fue "un defensor constante de la financiación gubernamental para las artes".

El consumo cultural de Biden es modesto: prefiere Broadway al Met y suele ser más ocasional que asiduo. Si se compara con la beligerancia de Donald Trump, lo de Biden parece incluso positivo. Como vicepresidente de los EEUU durante ocho años, Biden asistió al menos a siete eventos en el Kennedy Center, incluido un programa de la Orquesta Sinfónica Nacional, una gala de la Ópera Nacional de Washington, una clase magistral de teatro, una actuación de ballet y el concierto inaugural del Festival de Irlanda de 2016. El capítulo irlandés determina buena parte de sus gustos, entre ellos literarios.

Biden siempre ha hablado con orgullo de sus ancestros irlandeses y de su herencia europea. Lo ha hecho con alusiones a la obra del poeta irlandés Seamus Heaney, al cual ha citado en muchos de sus discursos, entre ellos una parte de La República de la Conciencia cuando el presidente Obama le otorgó la Medalla Presidencial de la Libertad en 2017. Justamente por su espíritu europeo y por su origen irlandés, el nuevo presidente asegura tener el Ulises, de Joyce, entre sus estanterías. ¿Del "Make America Great Again" al "Make America Read Again"?


LA CULTURA Y LA CASA BLANCA

La Casa Blanca de John F. Kennedy, que hizo que Robert Frost leyera un poema en su inauguración, concedió importancia a la vida cultural de la nación a través de artistas y escritores, quienes comenzaron a tener una cercanía general con la presidencia. Sin embargo, y tal como asegura el reportero Graham Bowley, Kennedy prefería las melodías de Broadway a las de Beethoven.

A pesar de la cercanía de los Clinton con determinadas figuras del cine o la cultura de masas, fue Barack Obama el que creo una relación más notoria. La Administración Obama fue la primera en asumir el cargo con una plataforma artística presidencial. Hasta ahora, la campaña actual de Biden no ha presentado un programa similar de políticas específicas para las artes, aunque sí reconoce la importancia económica de la cultura como parte de un eje de políticas públicas.

Uno de los elementos que identificó a Barack Obama fue su afición lectora. Jimmy Carter pescaba salmones y Bill Clinton tocaba el saxofón; él, leía. Lo demostró en numerosas ocasiones: se dejaba ver en las librerías, compraba libros por decenas y compartía su lista de lecturas de verano. En noviembre de 2015, por ejemplo, acudió con sus hijas a una librería independiente de Washington, algo que el sector recibió como un espaldarazo en la dura crisis que atravesaban las tiendas de libros. Hace unos años, The Daily Beast elaboró una lista completa de sus lecturas, algo eclécticas, por demás: desde Doris Lessing hasta Gabriel García Márquez.

En una entrevista concedida a la revista Rolling Stone aseguró que Ernst Hemingway fue un autor importante en sus años de juventud, aunque Obama no se decanta por una tendencia o un autor. Sus lecturas son abiertas y no necesariamente canónicas, y en muchas ocasiones han conseguido encumbrar a más de un libro. Fue él quien catapultó a Jonathan Franzen cuando afirmó que había devorado Libertad, una novela que, insiste, lo hizo pensar. Que Biden consiga restaurar la cercanía con la cultura en las proporciones de los Obama es poco probable, sin embargo, y comparado con Donald Trump, el panorama es mucho más optimista.

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