Por Francisco A. Casanova S.
JACQUES TATI (1907–1982)
En el cine, uno de los elementos fundamentales del género de la comedia está representado por apenas 3 letras: Gag. Los expertos cuando tratan de definir lo que es un Gag, lo han hecho para todos los gustos: “una forma dinámica que se desarrolla en el tiempo de modo estrictamente visual” (J.P. Coursodón); “ la palabra gag designa cualquier hallazgo cómico que desencadena la risa (…) permite prolongar una situación visual para hacerla bascular repentinamente y darle un nuevo sentido un valor imprevisto”(André Martín); “el hecho de obstinarse en querer franquear lo infranqueable en vez de evitarlo dándole un rodeo”(Pierre Etaix); “incidente brutal breve y repentino que haya en sí mismo su consumación burlesca” (Francois Mars).
Jose Luis Guarner sostiene que cada una de estas definiciones que no por esforzadas dejan de ser meramente aproximativas revela algún aspecto importante del gag pero resultan todas incompletas como lo serían cualesquiera otros intentos de definición y en modo alguno pueden desentrañar su misterio que no es otro que el misterio que envuelve a toda creación. Ejemplos de Gags los tenemos en “El aventurero” (1917) donde Charles Chaplin a través de su personaje Charlot es perseguido por los policías, entra en un salón, echa mano de la pantalla de una lámpara se la pone en la cabeza y se convierte en la más perfecta y verosímil lámpara de pie. En “Go west”, (1925), Buster Keaton conduce un enorme rebaño de vacas por una ciudad y buscando algo rojo que pueda atraerlas y obligarlas a cumplir sus órdenes, entra en unos almacenes y sale vestido de demonio provocando una estampida. En “Safety last” (1923), Harold Lloyd, después de increíbles penalidades y sufrimientos llega sano y salvo a lo alto de un rascacielos pero inadvertidamente respira un frasco de cloroformo y vuelve a caer.
Los gags tienen en común la cualidad de ser esencialmente visuales, de sorprendernos y divertirnos con un golpe inesperado sin necesidad de palabras. De acuerdo con esto J.L. Guarner define el gag como una acción dada que se desarrolla en un escenario concreto dentro del cual dicha acción llega a un desenlace inesperado. Fuera de estas condiciones no es posible la existencia de un gag. Los gags mencionados tienen la virtud de ser plenamente representativos de los cómicos que los han inventado. En los caracteres del gag influye decisivamente la personalidad del cómico, siendo como es la expresión de sus relaciones con el mundo que le rodea, dicho en otras palabras, antes de hacernos reír los cómicos nos proponen un universo del cual nace su comicidad específica.
Con la aparición del cine sonoro en 1927, el Gag, como desencadenante de la risa, y utilizado por Chaplin, Keaton, Lloyd, Langdon, Keystone Kops, Marx Bros., y otros había bajado en intensidad y prácticamente desaparecido abriendo espacio a otros tipos de comicidad como la "screwball comedy" que fue un género cinematográfico de comedia principalmente estadounidense que se hizo popular durante la Gran Depresión, originándose a principios de la década de 1930 y prosperando hasta principios de la década de 1940. Este género se caracterizó por una mujer que domina la relación con el personaje central masculino. Otros elementos son las réplicas de ritmo rápido, las situaciones farsantes, los temas de evasión y las líneas argumentales relacionadas con el noviazgo y el matrimonio.
Estas comedias a menudo representaban clases sociales en conflicto, como en It Happened One Night y My Man Godfrey.
En 1953, se filma la película francesa “Las vacaciones del Señor Hulot”, (Les vacances de Monsieur Hulot), escrita, dirigida y protagonizada por el cineasta francés de ascendencia rusa, Jacques Tatischeff, conocido como Jaques Tati, el cual con esta película reivindica el “Gag” y lo devuelve magistralmente a las salas de cine. Con esta película, Tati inicia una importante colaboración con el pintor, decorador y guionista Jacques Langrage. La película explica la historia de las vacaciones del señor Hulot en la Bretaña francesa, en Saint Nazare, zona costera del Atlántico Loire. Interpretado por Tati, Hulot es un hombre alto,1.93mts, todo ángulos, una criatura hecha de siluetas, nunca hay un primer plano de él y sus expresiones faciales son mínimas. Hulot llega al pueblo del mar en un carro Salmson de 1924, bien vestido y fumando pipa, siempre educado y alguien en quien nadie se fija.
Los veraneantes están abstraídos en sus propios mundos y solo se fijan en Hulot cuando algo va mal, cosa que ocurre a menudo. El lobby del hotel a la orilla del mar es un remanso de calma hasta que Hulot deja la puerta abierta y el viento crea una serie de pequeñas pero divertidas molestias a los veraneantes. Esta película es una de las obras maestras del cine humorístico. Según Guillermo Cabrera Infante en su delicioso libro “Un oficio del siglo 20, G. Cain1954-60”, Las vacaciones del señor Hulot constituyen cine puro. La utilización que Tati hace de la imagen como vehículo universal de la risa y la poesía, el ritmo tan cinemático de la acción, el empleo del sonido y de la música la convierten en un ejemplo clásico de cine. Según Cabrera I.
Las vacaciones del señor Hulot es un tratado de sociología escrito por un humorista que ha sabido entender que la risa es un acto exclusivamente humano. El viejo recurso cómico del chiste visual, la broma de situación, el Gag, lo rescata plenamente Tati con el Sr. Hulot en escenas en donde: un autobús arranca atestado de pasajeros, el chófer va a hacer girar el volante y comprueba con disgusto que emerge la cabeza de un niño que no ha encontrado asiento; el comerciante bañándose en la playa y recibe del hotel el aviso de la enésima llamada telefónica y arranca a nadar desesperadamente… hacia fuera; Hulot entra por error en un cementerio cuando se dirigía a un picnic, se celebra un entierro y el carro se descompone, Hulot busca el desperfecto y arroja de la maleta un caucho embadurnado de aceite al cual se le pegan hojas caídas de los arboles y cuando Hulot la levanta es confundida con una corona por el enterrador que la toma y la coloca junto al ataúd; Hulot baila disfrazado con la mujer que ama pero esta lleva un traje tan escotado en la espalda que el pudoroso Hulot no puede poner la mano detrás y coloca en cambio un dedo solo en el tirante del cuello.
Además de los Gags anteriores la película tiene también ejemplos magistrales de la construcción del gag mediante lo que es conocido en el Cine como “el fuera de campo”: Hulot entra en el hotel y se esconde detrás de un perchero para no ser visto por el dueño; éste, sin embargo, advierte las huellas de las pisadas en el suelo y las sigue hasta el perchero; empieza a hurgar entre los abrigos y oímos en off unos pasos precipitados que se alejan; cuando el dueño se gira sólo ve más huellas que parten del perchero y desaparecen escaleras arriba. Tati nos invita a imaginarnos al bueno de Hulot huyendo despavorido. Nos da las bases para que nuestra imaginación reconstruya el gag a partir de lo que es. Un gag en sí mismo, no se estructura únicamente en base a lo que vemos o a lo que oímos.
Mientras que, en las posteriores obras de Tati, el protagonista se comportará sobre todo como observador, en Las vacaciones…, Hulot se manifiesta a partes iguales como desencadenante y como espectador del gag. No obstante, aunque algunos de los gags que tienen a Hulot como provocador de la acción son verdaderamente antológicos (Hulot enderezando los cuadros, provocando el equívoco entre unos jugadores de cartas, haciendo estallar un arsenal de fuegos artificiales), es indudablemente cuando el protagonista toma el papel pasivo de víctima u observador en cuanto aparecen los momentos más felices de la película. El sonido en la película también es una herramienta fundamental para Tati. La película está enmarcada por una simple y pegajosa melodía basada en variaciones del tema: "Quel temps fait-il à Paris" de Alain Romans. Encontramos casos en los que el sonido adquiere una función narrativa: una muchacha está aburrida aguantando las explicaciones políticas de un muchacho, cuando de pronto escuchamos en off el ruido del viejo automóvil de Hulot, a lo que la joven reacciona con una sonrisa y volviendo la mirada hacia el coche, que permanece fuera de cuadro. De nuevo Tati (y de nuevo con mano maestra) introduce la idea de la relación “lo visto = aburrido en oposición a lo omitido = divertido”, es su definición plástica de su concepción del arte del cinematógrafo.
Tati va retratando gradualmente a sus personajes: por un lado, está la belleza rubia que está de vacaciones sola y siempre encantadora con él de una forma muy natural, un camarero que no se puede creer los problemas que la gente le llega a crear, una pareja mayor qué cree que les ha sido asignada la tarea de inspeccionar todo lo que se encuentran en su camino, un general retirado muy susceptible y niños pequeños protegidos por el Dios de los niños. La película está construida con meticulosa atención a cada detalle. Los gags están construidos con precisión de relojería: hay una escena en qué Hulot está pintando su bote, la marea se lleva flotando el pote de pintura y lo devuelve perfectamente sincronizado cuando está a punto de meter su brocha en el pote otra vez.
Al final las vacaciones se terminan, todos empiezan a empacar para irse y notamos lo solitario que quedará el pueblo hasta el próximo verano cuándo exactamente la misma gente volverá para hacer exactamente lo mismo y es así como lo describe Roger Ebert, quien expresa que cuando vio la película por segunda vez fue maravilloso volver al mismo hotel, no era volver a ver la misma película sino volver a encontrarse con la misma gente del año anterior y remata diciendo, cuando una película ha capturado tan sutil y completamente la nostalgia de la felicidad pasada. La película también se ocupa de los más sencillos placeres humanos, el deseo de escaparse por unos días, de jugar en vez de trabajar, de respirar el aire marino y tal vez encontrar a alguien interesante. Trata sobre la esperanza durante todas las vacaciones y la tristeza cuándo se termina. Las vacaciones del señor Hulot resulta idónea para explicar esa manera en que el género de la comedia empezó a cambiar de rumbo a través de una sofisticada mezcla de distancia y melancolía. Siempre hay que volver al cine de Jacques Tati para entender de qué modo la comedia terminó convirtiéndose en un género moderno.
Jacques Tatischeff, más conocido como Jacques Tati, nació el 9 de octubre de 1875 en Le Pecq, una pequeña población cercana a París. Su madre, Claire van Hoff, tenía ascendencia italo-holandesa. Su padre, Georges Emmanuel Tatischeff, era el segundo hijo del agregado militar de la embajada rusa en París, el conde Dimitri Tatischeff, y la francesa Rose Anathalie Alinquant. En 1925 ingresó en el regimiento de caballería del 16e Dragons, destacamento de Saint-Germain-en-Laye. Uno de los personajes más importantes de sus películas, el señor Hulot, está inspirado en una persona que conoció en esta compañía. Se trataba de un peluquero que tenía mucho miedo de los caballos, y que los únicos cuidados que les procuraba se limitaban a cortarles de vez en cuando un poco las crines.
Tenía una tendencia natural a meter la pata, e importunar a sus superiores con preguntas de poca importancia, pero era tan amable, que era imposible enfadarse con él. Jacques Tati se dedicó al deporte de forma profesional. Fue boxeador, tenista y futbolista, pero realmente destacó en el rugby, llegando a jugar en el equipo Racing Club de Francia. En esa época ya comenzaba a vislumbrarse su faceta cómica. Cada vez que salía con sus compañeros de equipo, Tati animaba las veladas con graciosas imitaciones de otros jugadores, del árbitro e incluso de algunos espectadores. Pasó a trabajar como mimo en el circuito de variedades parisino, destacando en un primer momento por sus imitaciones de deportistas. Pronto pasó de los escenarios al cine, rodando su primera película, Oscar, champion de tennis, en 1932. Cuando estalló la segunda guerra mundial se encontraba de gira en Italia, de donde huyó, para refugiarse en la zona francesa no ocupada, cerca de la localidad de Sainte-Sévère-sur-Indre. En 1944 se casa con Micheline Winter, con la que tuvo dos hijos, Sophie, en 1946, y Pierre, en 1949.
Los dos siguieron los pasos de su padre, dedicándose también al séptimo arte. En 1949 nació Jour de fête, su primer largometraje como coguionista y director. La producción, en la que además interpretó el papel principal, como el cartero del pueblo, al que le sucedían numerosas situaciones graciosas el día de las fiestas mayores de la localidad. La película tuvo el reconocimiento de los críticos y consiguió premios en el Festival de Venecia, en 1949, y en el de Cannes, en 1950. Gracias a este éxito, Jacques Tati se convirtió en uno de los directores franceses más importantes del momento. Perfeccionista empedernido, tardó cuatro años en estrenar su siguiente película, Les vacances de M. Hulot, siendo galardonado con el premio Louis Delluc y con una nominación al Oscar de la Academia de Hollywood al mejor guión. El señor Hulot se convertirá en su alter ego, protagonizando el resto de las películas que dirigió, a excepción de la última. En 1956 produce su primera película en color, Mon oncle (1958), que recibió numerosos galardones, tanto a nivel nacional como internacional, y que esta vez sí, le valió un Oscar de la Academia Cinematográfica de Hollywood a la mejor película extranjera.
Tardó 10 años antes de estrenar la que fue su película más cara, Playtime, ambientada en un París futurista, a la que siguieron Trafic (1971) y Parade (1974). Las películas de Jacques Tati muestran una serie de temas recurrentes. En ellas hace una crítica a la obsesión consumista de la sociedad moderna, a las superficiales relaciones entre las diferentes clases sociales francesas, o a la incomodidad de los nuevos espacios creados por la tecnología y el diseño. En 1977 recibió el reconocimiento a toda su carrera, al ser galardonado con el premio Cesar honorífico del cine francés. Jacques Tati falleció en noviembre de 1982 como consecuencia de una embolia pulmonar, después de haber representado a Francia en el homenaje que el Festival de Cannes dedicó a los 10 mejores directores del mundo. A pesar de haber dirigido solo 6 películas, está considerado como uno de los cineastas cómicos más importantes de la historia del cine, a la altura de personajes de la talla de Charles Chaplin o Buster Keaton. Fue, junto con Fernandel, uno de los primeros actores cómicos franceses que obtuvieron el reconocimiento internacional. Después de él, el cine francés tuvo a otros cómicos como Louis de Funes, Pierre Etaix o Bourvil, pero ninguno superó a Jacques Tati. Su trabajo como director mezcla la tradición del cine mudo y el cine de vanguardia, logrando encontrar el lado cómico de los tópicos de la sociedad moderna.