¡Un momento, aquí falta un ministro!
Cultura Política 25/01/2019 10:57 pm         


Historia por Rafael Simón Jiménez



El 24 de noviembre de 1.948, un incruento golpe militar, dirigido desde la jefatura de Estado Mayor de las Fuerza Armadas a cargo del Teniente Coronel Marcos Pérez Jiménez, derrocó al gobierno Constitucional y democrático de Don Rómulo Gallegos, electo solo nueve meses antes con inmenso apoyo de un electorado que por primera vez ejercitaba el sufragio universal, directo y secreto para la elección del primer mandatario Nacional.

Tres años antes, el 18 de octubre de 1.945, el mismo Pérez Jiménez, actuando en esa oportunidad coaligado con Acción Democrática y su máximo líder Rómulo Betancourt, habían dado un golpe de fuerza que saco del poder al general Isaías Medina Angarita, cuyo gobierno electo en comicios indirectos de tercer grado conforme al mandato de la constitución de 1.936, fue sin embargo el más liberal, tolerante y respetuoso que se recuerde hasta hoy en la historia venezolana.

Rómulo Betancourt, descollante figura de la generación que irrumpió en 1928 en la lucha contra la ya longeva dictadura gomecista, había vertido galones de tinta cuestionando y despotricando del caudillismo y el militarismo, a quien atribuía gran responsabilidad en los males de la Republica. En 1.936 al regresar al País, Betancourt se encarga de dar consistencia a un ideario y una organización que proclama la lucha contra el imperialismo, el latifundio y la explotación y que de nuevo en sus luchas durante el quinquenio del general López Contreras denuncia al militarismo como expresión de la continuación del gomecismo y el atraso.

El 13 de septiembre de 1.941, aprovechando la apertura democrática propiciada por el nuevo gobernante General Isaías Medina Angarita, Acción Democrática, el partido fundado por Betancourt, luego de sus antecedentes de ARDI, ORVE y el primer y segundo PDN, se lanza a la arena política y durante los cuatro años siguientes aprovechara el clima político de amplitud, tolerancia y debate, para expandir su organización y consignas por toda la geografía venezolana.

En 1.945, en medio de una crisis política generada por la escogencia del candidato que debería suceder a Medina Angarita, y ante la negativa del gobierno de propiciar la reforma constitucional que permitiera la elección universal, directa y secreta del nuevo mandatario. Rómulo Betancourt, fue contactado por una logia castrense que bajo el nombre de Unión Militar Patriótica agrupaba a oficiales con grados medios e inferiores que se mostraban inconforme con el tratamiento que el Presidente Medina había dado a la institución militar.

A pesar de la repulsión que Betancourt había expresado por las salidas militares y los golpes de fuerzas, luego del primer encuentro con los conspiradores dirigidos por el entonces mayor Marcos Pérez Jiménez, se establece un vínculo permanente entre ambos sectores, que se irá solidificando, para luego al fracasar la fórmula de compromiso, representada por la candidatura de Diógenes Escalante -por insania mental del postulado- echar a andar los mecanismos que el 18 de octubre de 1.945 culminaran con el derrocamiento del gobierno del general Medina.

Rómulo Betancourt, asume la Presidencia de la junta Cívico-militar que se constituye el 19 de octubre de 1.945, con mayoría de miembros de Acción Democrática, pero desde ese mismo día, como lo reconocerá Don Rómulo Gallegos, surgirán las primeras grietas entre AD y sus socios militares, delatando la contradicción de propósitos e intereses entre ambos grupos, contradicción que se profundizara hasta hacerse insalvable, cuando el ilustre novelista asume la Presidencia por mandato Popular.

Rómulo Gallegos, en la mejor tradición moral y civilista legada por José María Vargas, rechaza las presiones y el ultimátum que en memorándum le plantea el alto mando militar. Betancourt por el contrario pragmático y realista busca hasta última hora negociar con sus antiguos socios, ahora conjurados para echarlos del poder. Los adecos que habían amenazado con movilizar al País para conjurar el golpe, se consumen en maniobras palaciegas, Traen a Giaccopini Zarraga del Amazonas y al comandante Mario Vargas de Saranac, pero nada puede parar el golpe que se consuma sin disparar un solo tiro al mediodía del 24 de diciembre de 1.948 y para colmo termina encabezándolo nominalmente el Teniente Coronel Carlos Delgado Chalbaud, ministro de la defensa e hijo putativo del Presidente Gallegos.

El Presidente Gallegos es detenido por los militares en su quinta Marisela -actual sede del Celarg- en Altamira, ministros, parlamentarios, altos funcionarios y los jefes políticos de AD, son apresados mansamente y trasladados a la cárcel modelo de Caracas. El comandante Llovera Páez, uno de los nuevos triunviros golpistas, dado a la guasa comenta que “si se barriera y apilaran los carnets de Acción Democrática rotos en las calles de Caracas, la montaña sería más grande que el Ávila.

En la calle corren rumores de torturas, maltratos y desapariciones a altos funcionarios del depuesto régimen. La nueva Junta militar interesada en mejorar su imagen internacional, se apura en desmentirlo y convoca a periodistas y fotógrafos al reclusorio carcelario donde en el patio se alinean los exministros. Alirio Ugarte Pelayo, director de política del Ministerio de Relaciones Interiores, quien dirige la presentación dice en alta voz: ¡como ustedes pueden ver aquí están todos los ministros sanos y bien tratados! a lo que interrumpe Gonzalo Barrios ex secretario de la Presidencia frente a la consternación general ¡un momento eso no es verdad aquí falta uno! Y al ser interpelado sobre el presunto ausente aclara: ¡aquí falta Carlos Delgado Chalbaud que era ministro de la defensa del Presidente Gallegos! lo que generó una risotada general, que Alirio Ugarte con su circunspección tradicional señalara ¡Señores la situación no está para chistes!






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