Por James WagnerBasta con observar detenidamente la alineación de los Medias Blancas de Chicago en un día cualquiera de las últimas dos temporadas y parece que estamos en América Latina. Hay jugadores cubanos en la receptoría, en primera y tercera base, así como en el jardín central. Desde finales de julio, un venezolano se encarga de la segunda base. Un dominicano patrulla el jardín izquierdo y otros dominicanos han sido bateadores designados en varias oportunidades. Es común que siete de los nueve bateadores de la alineación de los Medias Blancas hayan nacido en esa región del mundo. Y cuando Tim Anderson, el campocorto del equipo que participó en el Juego de las Estrellas, se lesiona o debe descansar, esa cifra llega a ocho porque su lugar lo ocupa Leury García, otro dominicano. “Eso es algo que no se ve mucho en Estados Unidos”, dijo hace poco el jardinero central, Luis Robert, expresándose en su lengua nativa.
En términos de números (el 28 por ciento) y talento (Fernando Tatis Jr., Vladimir Guerrero Jr. y Juan Soto), los latinos forman una columna vertebral vibrante e importante para las Grandes Ligas de Béisbol. Quizá ningún equipo lo sepa mejor que los Medias Blancas, que tienen una rica tradición de jugadores cubanos y juegan en el lado sur de Chicago, una comunidad con grandes poblaciones negras y latinas.
El ascenso de los Medias Blancas desde las profundidades de la División Central de la Liga Americana hasta ganar el primer título de división del equipo desde 2008 y transformarse en una de las escuadras más emocionantes del béisbol ha coincidido con el desarrollo de latinos prominentes en la alineación. Entre ellos se encuentran el primera base y líder veterano del equipo, José Abreu, de 34 años, actual ganador del Premio al Jugador Más Valioso de la Liga Americana; el tercera base Yoan Moncada, de 26; el jardinero izquierdo Eloy Jiménez, de 24, y Luis Robert, también de 24. Los Medias Blancas ficharon al receptor cubano Yasmani Grandal antes de la temporada 2020 y un cambio llevó al equipo al segunda base César Hernández, un venezolano, en la fecha límite de los fichajes de este año. Su grupo de lanzadores también incluye a jugadores notables de ascendencia latina, como Carlos Rodon, un cubanoestadounidense nacido en Miami y criado en Carolina del Norte que ha participado en el Juego de las Estrellas, así como los lanzadores Reynaldo López, dominicano, y José Ruiz, venezolano.
Desde el jueves 7 de octubre, cuando los Astros de Houston recibieron en su casa a los Medias Blancas en una serie de cinco partidos de la división de la Liga Americana, los Astros tuvieron una alineación con puertorriqueños, cubanos y un venezolano. Sin embargo, los Medias Blancas tuvieron más. “Siempre hay más estadounidenses que latinos, pero este es un equipo con muchos latinos, sobre todo en la alineación, que juegan todos los días”, dijo Jiménez, quien nació y se crio en la República Dominicana. “Y hay un sentimiento de orgullo porque casi nunca ves algo así”.
Durante mucho tiempo, los Medias Blancas, una de las franquicias originales de la Liga Americana, han promovido el talento latino, en particular el que proviene de Cuba. En la década de 1950, el jardinero cubano Minnie Miñoso se convirtió en un jugador muy popular del equipo de las estrellas. Fue el primer jugador negro de las Grandes Ligas en América Latina y una figura entrañable en la historia de los Medias Blancas. Unas cuantas participaciones breves permitieron que su carrera con el equipo se extendiera durante cinco décadas. El legado de Miñoso se ha mantenido a lo largo de los años, desde José Contreras hasta Orlando Hernández, Alexei Ramírez, Abreu, Moncada y Robert, muchos de los cuales tuvieron que experimentar desgarradoras deserciones para poder llegar a Estados Unidos y cumplir sus sueños. El 1 de agosto de 2020, los Medias Blancas se convirtieron en el primer equipo en la historia de las Grandes Ligas en tener jugadores nacidos en Cuba ocupando los cuatro primeros lugares en una alineación: Robert, Moncada, Abreu y Grandal.
“Si miras nuestra alineación, desde luego es innegable la presencia cubana, y no digamos la presencia latina”, dijo el gerente general Rick Hahn. “Por muy cliché que pueda parecer, el ambiente que ha tenido este equipo en los últimos años es uno en el que los muchachos son libres para ser ellos mismos y expresar sus personalidades”. Eso se ha manifestado en los vestidores y fuera del campo, antes y durante los juegos, con bailes en la caseta y varios intercambios de tradiciones y culturas, desde el idioma hasta la comida y la música. Liam Hendriks, el cerrador australiano de las Medias Blancas y miembro del Juego de las Estrellas, a quien le encantó jugar en la liga dominicana de invierno durante la temporada baja, reconoció a los jugadores latinos del equipo por aportar una atmósfera jovial y agregar estilo a su juego. “Hacen que todo sea interesante en todo momento y es una maravilla salir al campo con estos muchachos”, dijo Hendriks, de 32 años. “Tenemos algo especial entre nosotros, ya que todos venimos de islas”.
Lucas Giolito, un lanzador abridor blanco de Los Ángeles de 27 años, dijo que le encantaba lo mucho que había aprendido sobre el mundo de sus compañeros de equipo. “Soy afortunado de no tener que interactuar todos los días con un grupo de personas iguales a mí, sino de poder aprender mucho sobre la cultura y la tradición de los lugares de origen de muchos de estos tipos, y todas esas cosas. Es genial”, mencionó.
En un deporte en el que el número de afroestadounidenses se ha reducido a casi el 8 por ciento, Anderson, de 28 años, dijo que sentía un parentesco con sus compañeros latinos, muchos de los cuales son latinos negros, y dijo que encajar con ellos era “supercool”. “Son como los negros”, dijo Anderson, quien es de Alabama y, como algunos de sus compañeros latinos, juega con una alegría en el campo que desafía a las aburridas normas del béisbol. “Estamos hablando del mismo tipo de cultura. Nos llevamos bien. Lo único es que solo hablan español. Aparte de eso, todo es un poco familiar”.
Anderson, el único jugador afroestadounidense en los Medias Blancas durante la mayor parte del año pasado, dijo que podía conectarse con los latinos porque también venían de “la nada”. Y añadió: “Trabajas muy duro para llegar hasta aquí. Estás agradecido y no das nada por sentado”.
El día inaugural de la temporada pasada, Anderson se arrodilló durante el himno nacional para llamar la atención sobre el racismo sistémico. Varios de sus compañeros latinos también se arrodillaron —Abreu, Robert, Jiménez y Edwin Encarnación, que en ese entonces era el bateador designado del equipo— y Giolito, un jugador blanco. Dos entrenadores, Daryl Boston y Joe McEwing, también se unieron a los jugadores.
Anderson dijo que sus compañeros de equipo lo apoyaron porque entendieron el mensaje y querían respaldarlo en un momento difícil, lo que dice mucho sobre sus similitudes. “No lo hicimos para llamar la atención o por malas razones”, dijo Jiménez. “Simplemente sentimos que podíamos hacerlo y lo apoyamos”.
Robert dice que, en los vestidores, la mayoría de los latinos tienen sus casilleros cerca y siempre están riendo y divirtiéndose. Moncada dijo que el equipo por lo regular alternaba la música: canciones en inglés un día, canciones en español al siguiente, a veces incluyendo la suya (lanzó su primera canción en febrero). “Se siente bien porque todos sabemos de dónde venimos”, dijo García sobre sus compañeros latinos. “Somos de diferentes países, pero al mismo tiempo estamos unidos y con la misma mentalidad. Sentimos orgullo. Y lo que nos ayuda a estar unidos es nuestro pasado, la familia de la que vienes, muy humilde, y gracias a Dios siempre con el apoyo de los compañeros”.
García, de 30 años, dijo que había aprendido sobre la vida y las tradiciones en Estados Unidos de sus compañeros de equipo. De la misma manera, había respondido a las preguntas de sus compañeros sobre su propia cultura y alimentos, como el mangú, un platillo de puré de plátanos. La comida suele ser un punto de encuentro.
Hendriks dijo que, a menudo, era uno de los primeros jugadores que probaban la sección latina de la sala de comidas en vez de cualquier otra cosa que hubiera en el menú. Anderson dijo que amaba las empanadas. “Lo que sea que tengan, en realidad, como pollo con arroz, lo comeré con ellos”, dijo. Giolito dijo que le encantaba comer el pollo y el rabo guisado, que son platillos tradicionales dominicanos, siempre que podía. “Siempre tenemos opciones de comida latina, como plátanos fritos, y nunca los dejo pasar”, dijo. Mientras los latinos lideran el campo, los Medias Blancas esperan tener una gran postemporada.
The New York Times.