El padre de la mentira
Historia 18/03/2019 05:00 am         


Una broma de mal gusto que quedó grabada en la memoria de Guzmán hijo



Fue Antonio Leocadio Guzmán lo que pudiera denominarse el primer político promesero y demagogo de nuestra historia republicana. Dotado de gran inteligencia y formado intelectualmente fuera de Venezuela en tiempos de la contienda independentista, regresa al país concluida la gesta emancipadora y servirá sucesivamente a las órdenes del Libertador Simón Bolívar con cuya pariente Carlota Blanco se casaría en esos tiempos, para luego cuando se produce la ruptura de la Gran Colombia, colocarse al lado de José Antonio Páez, el gran caudillo llanero, y el líder fundamental en los primeros años en que Venezuela perfila su condición de país soberano e independiente. 

Figuró Guzmán en los primeros elencos ministeriales del héroe de Las Queseras y Carabobo, para luego al no sobresalir políticamente en los términos en que sus aptitudes y ambiciones lo procuraban, fundar en 1.840 el primer partido popular de masas que se conozca en nuestro devenir histórico: El Partido Liberal, cuyo factor fundamental de agitación y difusión de ideas seria el periódico “El Venezolano” que bajo el lema “malo periculosamlibertatemquamquietumservitium (prefiero una libertad peligrosa a una esclavitud tranquila)” logra convertirse en la Venezuela disgregada y rural de entonces en un auténtico fenómeno comunicacional, donde bajo la dirección de Guzmán destacaran otros ideólogos de ese credo político como Tomás Lander, Felipe Larrazábal y Napoleón Sebastián Arteaga, cuyos artículos en el periódico revolverán las inconformidades, los odios de clases, yel profundo malestar de un país, donde un sector privilegiado de comerciantes, importadores y usureros acaparaban beneficios en desmedro de las grandes mayorías sociales, cuyas condiciones de vida lindaban en lo infrahumano.

Para justificar su ruptura con Páez, Guzmán, quien había sido fiel y solícito colaborador y amigo, señala que su primera Presidencia, entre 1.830 y 1.834 había sido de beneficio y progreso para el país, pero que más tarde al volver a la primera magistratura se había rodeado de un círculo perverso de lo que él denominó por vez primera en la nomenclatura política de Venezuela como “La Oligarquía” que usufructuaba todos los beneficios en disfrute propio, por lo que surgía la necesidad de combatirlo y de relevarlo en el ejercicio del poder.

Las proclamas de Guzmán levantan un auténtico huracán social que al poco tiempo convoca a todos los sectores marginados tras las banderas del Partido Liberal: artesanos, esclavos, agricultores,indios, intelectuales y profesionales, se arremolinan en un variopinto movimiento, que muy a pesar del propio Guzmán derivara hacia la insurrección y la violencia, y donde otros líderes populares como “el indio Rangel” y Ezequiel Zamora animados por las filípicas del “Venezolano” se lanzan al saqueo, la quema de propiedades y la confrontación bélica directa, en lo que se denominara la gran insurrección campesina de 1.846, que es aplastada a sangre y fuego por el gobierno conservador de Carlos Soublette.

Antonio Leocadio, se proclama como candidato liberal a la Presidencia de la Republica, pero la violencia incontenible y la rabia de los conservadores frustran su aspiración. Es inhabilitado, proscrito, perseguido y finalmente juzgado y condenado a muerte, sin que la sentencia llegue a ejecutarse, pues en medio de las cabriolas de la política, José Tadeo Monagas, quien es electo presidente en 1.847, rompe con su tutor y promotor José Antonio Páez, e inicia un giro, que llevara a los liberales, con su líder Guzmán a la cabeza a pasar del cadalso a las más altas posiciones de colaboración con el converso mandatario; al llamado “apóstol del partido liberal” se le conmuta la pena de muerte por el destierro a perpetuidad que en solo pocos meses lo devuelve a la Vicepresidencia de la República como segundo de Monagas.

Bautizado como “El padre de la Mentira” por sus adversarios y detractores, cuentan que cuando aún no había hecho definitivo su rompimiento con Páez, un día decidió en compañía de su primogénito Antonio Guzmán Blanco, entonces un mozalbete de 12 años, visitar al caudillo llanero en su residencia de La Viñeta donde vivía con Barbarita Nieves. Acostado en su chinchorro, Páez recibió a su otrora hombre de confianza y cuando este le presentó a su hijo, este se dirigió al muchacho diciéndole ¡hijo ven acá, tú tienes que ser la mentira¡ a lo que desconcertado el imberbe sin entender replicó ¿y eso por qué general? Bueno dijo Páez sonriendo socarronamente “Porque si tu progenitor es el padre de la mentira, tú tienes que ser ella misma”. La broma de mal gusto quedó grabada en la memoria de Guzmán hijo, que a diferencia de los vaivenes de su padre, coronaría con el éxito de un prolongado poder su carrera política y militar, y entre otras cosas le tocaría relevar al lado del Mariscal Juan Crisóstomo Falcón, luego del Tratado de Coche,a quien prevalido de su nombre y glorias, tuvo la impertinencia de burlarse de su padre y de él mismo, espetándoles en su cara el cognomento de “padre de la mentira” con la que sus no pocos enemigos lo habían bautizado.





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