El sol, astro rey, sale igual para todos en este planeta, pero sus tonalidades y las que refleja en la naturaleza son diferentes y grandiosas según el paisaje, luminosidad y colorido. El “sol de los venados” es una expresión muy venezolana y extraña para quienes no conocen el país. Se utiliza mayormente en los Llanos venezolanos para referirse a los ocasos que tiñen el cielo de un color rojo fuego. Toma su nombre debido a que, al caer la tarde, los venados que permanecen ocultos en los bosques salen a comer frutos y pastar en las planicies.
Algo similar, aunque no con la impresionante solemnidad del ancho Llano, puede observarse “en un valle andino rodeado de grandes montañas, ya que la orografía del lugar no te da una buena visual. Aunque existen excepciones y cuando logras observar cómo los rayos del sol agregan una coloración rojiza a las laderas de las montañas ¡Es algo realmente sorprendente!”, se lee en la crónica del blog *Steemit*, y el excursionista protagonista del relato agrega: “En mi caso, estaba acampando en las cercanías de la laguna, me encontraba en mi carpa ya que estaba lloviendo con demasiada fuerza desde hace varias horas atrás, ¡Parecía que las nubes caían en el techo de la carpa! Y al mismo tiempo, el cielo se opocaba cada vez más: la tarde se convertía en noche. Como a eso de las 5:30 pm la lluvia cesó por un momento, entonces salí de la carpa y fue donde pude apreciar cómo los últimos rayos del sol se reflejaban sobre una imponente nube que parecía una Cumulonimbus, además de que también se podía observar cómo la luna empezaba a salir en todo lo alto”.
Realmente, un escenario paisajístico imponente. Otra de las definiciones para ese sol tan peculiar es el ocaso, la caída del sol, en referencia al sol en el atardecer del llano, ese sol que tiñe el cielo, casi siempre libre de nubes, de colores amarillos y rojos, semejando muchas veces los colores de un incendio y es cuando efectivamente, después de las cinco de la tarde, se puede apreciar como los venados, que permanecen ocultos durante el día, salen a comer y a beber en los pozos. El cielo se tiñe de los colores de la gama del amarillo y rojo, semejando muchas veces los colores de una llamarada. “Los venados –cuenta Jhonny Gómes desde Elorza en el estado Apure, corazón del Llano- que permanecen durante el día más o menos ocultos, salen a comer amparados en las luces del crepúsculo. De hecho, es costumbre cazar venados a estas horas o en la noche, ya que han salido de sus escondites diurnos a comer sus frutas favoritas como lo son los frijoles bayos y el caruto, fruto oloroso semejante a un níspero que les encanta”. En la revistamadretierra.com cuentan sobre el Hato el Cedral. Se trata de una gran hacienda ganadera –por eso se les llama hato- de 53.600 hectáreas ubicada en el Municipio Muñoz de la Parroquia Mantecal en el Estado Apure, vía Elorza, en pleno corazón del llano venezolano, la cual cuenta con una increíble biodiversidad ecológica reconocida internacionalmente. Refieren que el hato perteneció en 1816, al Capitán Pablo Ponte quien en la época independentista se unió a las fuerzas del General José Antonio Páez –el patriota venezolano del Llano- y puso a disposición del Ejército Libertador todos los recursos de su inmensa propiedad.
Una de las más impactantes variedades de venados con que cuenta este extenso fundo es el llamado “caramerudo” por la forma de su cornamenta, que semeja a una carama o palizada de las que aparecen en los ríos. En las tierras bajas y cálidas de las zonas tropicales su color es ocráceo y amarillento o rojizo, mientras que en las tierras altas y frías, su color es pardo grisáceo. De pequeño su color es rojizo con motas blancas y de una belleza inenarrable. Es rápido como una gacela. La punta de su cola es blanca, lo que le sirve para batirla como señal de alarma cuando se siente amenazado y corre con la cola levantada para ponerse a cubierto, de hecho, se cree que el destello blanco de su cola actúa como señal visual de alarma para otros venados.
Este veloz y hermoso animal es, pues, el origen de esa romántica expresión, “El Sol de Los Venados” que identifica también la tierra llanera.
Tomado de
Aleteia