El 9 de agosto de 1956 Juan Domingo Peròn baja del avión en el aeropuerto de Maiquetìa. Meses antes había comenzado su exilio en Panamà, donde permanecía bajo la amenaza de agresiones y atentados por los militares que lo sustituyeron en el poder un año antes y que lo consideraban un peligroso “objetivo de guerra”. El Presidente panameño Ricardo Arias, en vísperas de una reunión de mandatarios latinoamericanos a la cual asistirìa el presidente estadounidense Dwight Eisenhower; le emplazò a dejar urgentemente el territorio nacional- Ya Peròn había advertido y escrito a Pèrez Jimènez: “mis enemigos han pretendido asesinarme hasta en mis habitaciones del Hotel Washington en Colòn”. Esa tarde al descender del avión comentó a los periodistas que lo aguardaban, que èl también era del oficio y que en su paìs era conocido con el seudónimo de “Niceto” y eludiò las preguntas con una frase cortante: “la política, la guerra y las mujeres no son cosas para viejos”.
Los primeros meses en Caracas le servirán para retomar afanosamente la organización de la resistencia peronista en el exterior desde su apartamento del séptimo piso del edificio “Jos Mary” de la avenida Andrès Bello, con su pareja Maria Estela Peròn, llamada“Isabelita” a quien conoció en el nigth club “Happy Land” de Ciudad de Panamà y quien, por cierto, años antes habìa actuado en el cabaret caraqueño Pasapoga el màs famoso y exigente para la época. Tambièn dedica tiempo para terminar el libro “La fuerza es el derecho de las bestias”, titulo tomado de una frase de Ciceròn y en el que da cuenta de su gestión presidencial y las bases del “justicialismo”
Contrariamente a lo que se piensa Peròn no mantuvo una relación estrecha con Pèrez Jimènez. En las conversaciones con sus compañeros era mas bien crìtico de la obra del dictador porque consideraba que ella carecía de proyección social. En una oportunidad comentó: “me gustaría advertirle al propio Pèrez Jimènez estas cosas pero desde que estoy aquì no lo he visto; sin embargo me ha ofrecido una hospitalidad generosisìma que compromete para siempre mi gratitud”. Sus contactos frecuentes eran con Pedro Estrada quien había colocado la Seguridad Nacional al servicio de su protección. Para el otro pilar polìtico del régimen Laureano Vallenilla Lanz (que había celebrado su derrocamiento en un editorial del periódico El Heraldo), “Peròn era un adeco uniformado”.
Ya aclimatado a la ciudad a los meses se muda a la quinta “Mema” en El Rosal donde sigue dìa a dìa la política de su país, recibe visitantes y apuesta a un pronto retorno a la Argentina. El periodista Amèrico Barrios escribe: “La casa que habitaba Peròn era modesta, tenía un vestìbulo no muy amplio; sobre una repisa había un retrato de Eva Peròn realizado en delicada acuarela; en un rincòn un hermoso piano de caoba claro de gran marca que Don Fortunato Herrera, un venezolano amigo del general había obsequiado a Isabelita. Sillones comunes y sillas rodeando una mesa para comer convertían esta sala en un living, eso y dos dormitorios eran toda la casa”. En las tardes el general solìa pasear por la urbanización con sus dos mascotas “Canela” y “Negrita”; mientras Isabel tomaba clases de inglès y èl ocasionalmente acudìa a una oficina en el edificio Central en la esquina de Las Ibarras en la avenida Urdaneta, propiedad de un viejo financista de su partido.
Peròn siempre estuvo consciente que sobre èl pesaba la sentencia de muerte de sus enemigos militares en el poder. Un dìa se presentò a la casa de El Rosal un personaje que dijo llamarse Jack y recièn llegado de Tànger que querìa contarle que había sido contratado por el gobierno argentino para asesinarlo pero que cuando se enterò que la vìctima sería èl (cuyas ideas compartìa), se arrepintió. El mercenario fue remitido a Pedro Estrada quièn le pagò cinco mil dòlares la cantidad tasada para el crimen, y arreglò lo necesario para que abandonara el país.
El asesinato de Peròn también fue cuidadosamente preparado para el 25 de mayo de 1957 fecha del inicio de la Independencia de Argentina -Con ese propósito fue designado embajador en Caracas el general Carlos Severo Toranzo Montero. Ese dia a la siete de la mañana cuando Isaac Gilaberte su chofer se dirigía a buscarlo, explotò un artefacto entre las esquinas de Venus y Paradero en La Candelaria. Gilaberte logrò escapar porque fallò el tiempo calculado para el estallido. Los operadores del atentado suponían que Peròn y su secretario Pablo Vicente viajaban en el auto siniestrado. La noticia en el diario El Nacional destaca los daños: “Ochenta y dos ventanas se fragmentaron en diecisiete apartamentos en tres edificios de la cuadra”. Pèrez Jimènez acusò la injerencia extranjera y expulsò del país al embajador argentino. El 23 de enero de 1958 a la caída de la dictadura, Peròn se refugiò en la embajada de Repùblica Dominicana huyendo de la furia popular y a los días, al igual que su amigo en desgracia, se marchò rumbo también a Santo Domingo siendo recibido por Rafael Leonìdas Trujillo, el decano de los dictadores continentales
EL exilio, el largo retorno y la muerte del general Juan Domingo Peròn el 1 de julio de 1974 siendo nuevamente Presidente de la Repùblica Argentina por el voto popular, son etapas ya consagradas y suficientemente exaltadas por la historia.