Mucho se ha escrito en los últimos años sobre lo que representó el animador, productor y luego de alguna manera líder de las organizaciones representativas de los ciudadanos a comienzos de los años 70. Sin embargo, Ottolina participó también con opiniones muy críticas frente a la industria de la televisión en aquellos años. En un artículo escrito para la revista “Semana” en 1967 consignó estas opiniones:
“La televisión venezolana, hoy por hoy, no aporta lo que debiera a la cultura nacional. Es más, su influencia es, quizás, negativa. Para tener un punto de partida me veo obligado a comenzar por el final, que en el caso de un juicio es el veredicto. Encuentro a la televisión venezolana culpable de ignorar la dignidad de los habitantes de nuestro país. Paralelamente la encuentro culpable de desidia en su programación y de pecar de ligereza en cuanto a la responsabilidad que implica su tremendo poder. Responsables por igual de esta situación: los patrocinantes, las agencias de publicidad y las estaciones de televisión. Conocido el veredicto y los culpables estudiemos las razones determinantes, y veamos cómo un principio razonable puede ser distorsionado por una miopía de la industria, hasta el punto de convertirse en causa del mal causado”.
“A mi entender, el pensar que las clases económico-sociales menos avanzadas sean, por su escasa o ninguna educación, básicamente estúpidas y vulgares es un gravísimo error. El ser humano tiene una tendencia natural hacia lo mejor. La televisión venezolana no estimula esta tendencia, sino que por el contrario, hace todo lo posible por desvirtuarla”.
“Quienes pagan a la televisión deben hacerse un examen de conciencia y preguntarse en qué lugar queda su responsabilidad para con el país (…) De no ser así, yo predigo que la televisión venezolana se irá hundiendo cada día más, en su mar de irresponsable vulgaridad con la única consecuencia de provocar la intervención del Estado (…) Cuando estemos en manos del Estado habremos perdido la libertad de competencia, la libertad de escogencia entre canales, y, con toda probabilidad habremos perdido la libertad de expresión; como es lógico pensar por cuanto ningún gobierno en su sano juicio va a permitir que se use un medio por él directamente controlado para que se le hagan críticas que podrían ser acerbas si así lo ameritase la situación de tal gobierno”.
“Soy solo un venezolano más que tiene televisor en su casa, y que con su familia, ve televisión. Como tal creo hacerme eco del hombre pobre que quiere dejar de serlo si tan solo le dieran la oportunidad de saber un poco más de lo que sabe, y del hombre pudiente que tiene en sus manos la decisión final de este problema”.