Petare, cumplir 398 años para sumar
Identidad Identidad 17/02/2019 05:00 am         





Populoso, intenso, impermeable a los estereotipos, la parroquia de Petare se mantiene, la víspera de su aniversario 398, el próximo 17 de febrero, abrazada a la esperanza. Pese a la crisis, y en medio de una conflictividad manifiesta entre el populismo que le sube dos y la inconformidad que resiste contra viento y marea, el alguna vez calmo refugio de temporadistas que iban a bañarse en los limpios meandros del Guaire, se propone celebrar como un solo pueblo atendiendo el llamado de la tradición, que allí tiene apasionados defensores.

Habitada por más de medio millón de habitantes —más pobladores que Puerto La Cruz— la capital del municipio Sucre con su forma de corazón, corazón partío, es latido furioso a la vez que solidario, que palpita no al margen sino en. Parte de la urbe, Petare es reducto de creatividad en medio del jaleo. Cuna del golfiao y polo de una religiosidad impenitente que se ejerce con ufanía y en apretadas lycras, Petare es desmesura y devoción, cuentas de rosario sobre el palpitante descote y referente de la identidad, cuyas expresiones tienen rango patrimonial. Petare es eterna sorpresa en las estadísticas.

Al este de una ciudad de cerros y lomas, barrios y urbanizaciones, y una misma urgencia, asumir las diferencias superables como desafío y garantía de calidad de vida y sustentabilidad, Petare convoca a la celebración con una agenda variada cuya jornada parece un ensayo de tregua: participan la Alcaldía, Fundalamas, Fundación Bigott y la iglesia. Oficialistas y opositores, digamos que la institucionalidad y el pueblo, festejarán en el barrio más grande de Latinoamérica demostrando que sí se puede, como dice a coro la mayoría.

A partir de las 10 comienza la agenda con una misa en la iglesia parroquial del Dulce Nombre de Jesús de Petare. 


Iglesia Dulce Nombre de Jesús de Petare

A las 11, sesión en el Concejo Municipal. A mediodía, inauguración de la exposición De corazón petareño en el museo de arte popular Bárbaro Rivas de Petare que exhibe el trabajo de 13 lugareños: Francisco Rodríguez —minuciosa recreación en plastilina de personajes icónicos del arte—, Juan Urbina, Apolinar, José Cheo Pérez, Daniel García Volcán, Guillermo Bello, Héctor Ordaz, Jorge Romero, César Rodríguez, Saúl Chacín, Elsa Morales, Carlos Cedeño y Cruz Rivas.


Museo de  Arte Popular Bárbaro Rivas 

Entretanto, en la plaza Sucre, desde las 10 de la mañana y hasta las 4 de la tarde, se reúnen los petareños para recibir el león acrílico y de tamaño natural que concibiera como regalo a la ciudad en sus 444 años el artista plástico Ricardo Benaim. Fueron intervenidas entonces 44 esculturas con la figura simbólica del melenudo animal que está en el nombre de la ciudad Santiago de León de Caracas en aquel aniversario, y ahora el felino del museo camina a la plaza será modelo para que los niños lo pinten y se ganen un premio. Hay una feria artesanal y otra gastronómica, escasez mediante, y música. Ofrecen conciertos Los criollanos, de la Fundación Bigott, y la Banda Francisco de Miranda. 


León Intervenido por Ricardo Benaim - Cortesía de Imágenes Urbanas

A mediodía, danza en el Teatro César Rengifo .

Teatro donde ya antes ha sido superada una prueba similar de conexión entre pares y nones: una obra escrita por los jóvenes de la escuela musical puso a los monarcas de los reinos Azul y Rojo frente a frente. Luego de refunfuñar, llegó la aceptación y el apretón de manos. En la escena real, los días previos —ay febrero— han estado signados de esperanza así como de resquemor; pero ningún vecino del Casco —25 casas conservadas primorosamente desde la Colonia por sus orgullosos moradores, helechos en cada patio interior— tiene pizca de duda del éxito de la conmemoración. Petare es una vocación compartida. Ojalá.

El 23 de enero estremeció la memoria y el ADN democrático de cada venezolano. Durante varios días consecutivos los escarceos pasaron a mayores. En las barriadas de Caracas los colectivos y las bandas se convirtieron en tristes representantes, aquéllos de los que están aún a favor y estas de la mayoría en contra. Policías extraviados, apoyados por el régimen, versus los guapos del barrio que se plantaron olvidándose del santo Job. Hartos del hambre, de la carestía, del nulo equipamiento hospitalario, de la rémora que son las benditas cajas Clap —no llegan y ya fueron pagadas, e inescrupulosos de las juntas comunales seleccionan los productos más apetecibles y los revende a quien pague en dólares—, la circunstancia se salió de quicio. Hasta un vicario exaltado, Héctor Lunar, perdería los estribos y pese al llamado de los cofrades de sotana a mantener el corazón ardiente y la cabeza fría, en vez de ofrecer la otra mejilla, pum, se habría enganchado en un toma y daca.

El domingo previo al 4 de febrero, más de lo mismo. Un grupo de camisas rojas compite en la plaza con megáfonos a todo volumen con el sermón del párroco, Miguel Vargas, que entre rezos, presos y quebrados huesos, convoca a tirios y troyanos a sumarse a la causa de la fe. Los del Taller de los juglares, Bartolomé Díaz y Andrés Barrios, interpretan antes de la misa en la iglesia del Dulce Nombre de Jesús, y como los ángeles, el oratorio que estrenaron esta Navidad: La mulita Hortensia. “El Niño Jesús querido en brazos de María está…” A pata de mingo la arenga se cuela en el templo. “Chávez vive, y Maduro es su hijo”, desliza a bocajarro alguien sin duda confundido porque ni una cosa ni la otra.


Alto Contraste: Petare desde el aire - Foto por Numa Roades
 
Esta mañana tiene lugar un contrapunteo como el que sostienen Florentino, es decir, aquel que se maneja con mano izquierda, y el diablo de izquierdas que alza la mano, en este caso la mujer que, con ceño fruncido y taconeo que anuncia tempestades, entra al templo a pedir que se suspenda la eucaristía porque se tomarán un tiempo extra espetando gritos antiimperialistas. Dos púlpitos, dos credos, la circunstancia puede amenazar los oídos, amenizar los odios.

“Han regresado quién sabe cómo a este territorio de mayoría opositora”, dice un feligrés del rito católico. “Bueno sí, han venido en autobús, porque de acá no son”. La consigna de siglos y de hoy: entender que Dios es de todos y que la justicia divina llega. Paciencia, que no es dejar de hacer, sino hacer bien. El párroco dice que cree que rinde más frutos convocar que confrontar, que así lo pide Baltasar Porras, que Pío 12 salvó a tantos judíos porque tuvo cautela, se mordió la lengua, dios mediante. Que el Papa está al tanto. Aunque a las 11 y 25 pone el grito al cielo. “¿!Cómo que no puedo dar mi misa si hoy es domingo!?”, dice. Se santigua. “Mira cuánta gente ha venido hoy, no, imposible”. En efecto la iglesia está hasta los topes. La gente no se mueve pese al volumen del tinglado montado para recolectar firmas por Maduro. “Agradezco su presencia, que estén aquí en multitud, y quizá hasta tengamos que agradecer que hayan venido estos visitantes, porque de Petare no son”. 

Entonces ocurre un prodigio. La campana anuncia la consagración del pan. “Dios está aquí”, dice alzando la hostia. Y así parece. Como por encanto, el silencio se hace. “Esto es un milagro”. Del otro lado de la iglesia se callan los que han estado gritando ¡abajo los injerencistas! con banderas rojas, y con banderas de rayas azules, blancas y rojas, cubanas. Al dar la bendición el párroco pregunta: “¿Cómo es la canción de Billo que dice estoy contento…?” Todos a una, la gente arranca a cantarla.

El calendario del más corto y más cárdeno promete paréntesis. Hay fiesta en el Casco Histórico. Lunar debe sosegarse. Que su apellido no se convierta en un calificativo para los que quieren cambio. Imposible apostar a Lunar versus verruga. El arte salva, y la fiesta va. Feliz aniversario, Petare.





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