Cuba no escapa de las consecuencias del deterioro de la economía venezolana, dada su relación especial. Pero el análisis estaría incompleto si no se incorporan otras dos variables importantes. En primer lugar, el "roll back" que ocurre en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba y en segundo lugar, las deficiencias estructurales de la economía cubana. En cuanto a la relación con nuestro país, se observa una reducción general del intercambio económico, en referencia a sus dos ejes fundamentales: la disminución en un cincuenta por ciento de los barriles de petróleo diarios importados desde Venezuela y la reducción del monto de los servicios profesionales cubanos. De igual modo, las sanciones impuestas por el gobierno Trump a Venezuela, repercuten en la balanza comercial entre La Habana y Caracas y limitan la capacidad de pago y de los subsidios venezolanos.

En referencia al "roll back" entre Estados Unidos y Cuba, destacan: la aplicación del Capitulo III de la Ley Helms-Burton que permite que ciudadanos estadounidenses puedan demandar al Estado cubano y a empresas cubanas la devolución de sus bienes que fueran confiscados en el pasado, las restricciones para invertir en Cuba, los límites a la cuota anual de remesas permitidas y el descenso de los vuelos y cruceros provenientes de EEUU. Sin embargo, el problema principal se origina por las condiciones generales de una economía estatista negada a implementar un programa masivo de inversiones privadas y mixtas y de lograr un importante crecimiento de sus exportaciones, lo que a su vez pueda financiar sus importaciones. Esto no ha dado buenos resultados, lo que se une a las secuelas de la pandemia en Cuba, especialmente en lo que se refiere a la drástica reducción del turismo extranjero, de los servicios básicos y de la oferta de alimentos.


El Universal