La Cara de la Guerra
Política 29/09/2021 08:00 am         


La historia de Nadia Ghulam, una pakistaní que con solo ocho años quedó huérfana de casa, y de familia



Por Nelson Totesaut Rangel


Cada persona es un mundo. Y algunos de esos mundos han vivido o se han desarrollado más que otros. El Secreto de mi turbante (Grupo Planeta, España) narra la historia de Nadia Ghulam, una pakistaní que con solo ocho años quedó huérfana de casa, y de familia. Debido a la guerra en su país, una bomba le desfiguró el rostro y tuvo que cambiar el típico velo blanco por un turbante, haciéndose pasar por su hermano muerto, para poder trabajar y sobrevivir. Este pequeñísimo extracto no rinde tributo a la odisea de Nadia. De la mano de la periodista catalana Agnès Rotger han reconstruido su vida en este maravilloso libro que nos da una pincelada, demostrándonos que muchas de las complejidades no son producto de Hollywood, sino que en ciertos casos la realidad puede superar la ficción y ciertas historias desgarradoras merecen toda nuestra admiración.

La alegría humana

Conocí a Nadia, una persona joven, llena de vida, que porta consigo las consecuencias del pasado sin que eso nuble su futuro, ni condicione su presente. De hecho, para mi sorpresa, me enteré de su historia luego de que me agregara a Facebook y publicitara su libro. Ver su cara es ver la cara a la guerra. Como dije antes, su rostro quedó cicatrizado luego de que su casa fuera bombardeada. No obstante, verla también significa notar la alegría humana, la superación. Es una persona risueña, simpática y ansiosa del porvenir. Porque, al final, es esa persona con la que puedes hablar sin que un pasado dramático sea una tarjeta de presentación. Muchos deberíamos aprender de ella.

No es casual que esté escribiendo sobre este tema. Primero, ya que hace poco me recordé de ella, viendo que se desempeña como maestra de escuela en Cataluña. Segundo, a propósito de lo que ocurre en Afganistán y de la conmemoración del 9/11, hace apenas dos semanas. Presiento, además, que en el mundo se está discutiendo sobre la guerra con una ligereza preocupante, sin imaginarnos las consecuencias que la misma podría portar. Muchos consideran necesario el conflicto armado ya que lo ven como el fin de una situación que ya de por sí es muy delicada. Bajo este razonamiento, se pretende caer en un momento crítico, para luego llegar a un “resultado positivo”. Es decir, una suerte del “fin justifica los medios”, sin darse cuenta de que el “fin” de la guerra no es la paz. Al menos no siempre.

Dialogando en México

Esto me recordó también a un viejo hilo de Twitter de Oliver Stuenkel, Profesor de Relaciones Internacionales en la Fundação Getulio Vargas de Brasil, respecto a Venezuela. En la brevedad que te permite Twitter, el Profesor ofrecía 5 posibles escenarios para Venezuela: 1. Maduro se vuelve en Mugabe: incrementando el aislamiento y la miseria. 2. Tunisia: Hay una transición hacía la democracia. 3. Egipto: Elecciones libres seguidas por un golpe militar. 4. Libia: Intervención armada extranjera y guerra civil. 5.Congo: Se conforman varias milicias que controlarían diferentes partes del país.

Es indudable que Venezuela no está en África y trasplantar un escenario externo en el Caribe sería de imposible materialización. No obstante, la política comparada nos sirve como un ejercicio interesante, que podría ayudar a proyectarnos algún porvenir. Ahora, el Profesor no predijo lo que está ocurriendo actualmente: una negociación, un dialogo, un entendimiento. Este escenario es el más deseado por todos y esperemos que prospere en México.

Y no es culpa del profesor ver, en aquel entonces, solo escenarios definitorios, sin ofrecer lo que consideraría yo una solución ideal: el dialogar. Esta siempre es la vía del entendimiento, del progreso de las sociedades. Lo que debemos tener claro es que dialogar es ceder, negociar es aportar. Si se va sin estar dispuesto a dar nada a cambio, las negociaciones nunca prosperarán. Es así como esperemos que el país retome el camino de la institucionalidad y la estabilidad. Dentro de occidente, frente a sus vecinos, y pueda volver a participar en el concierto de naciones que tanta falta le hace. Eso aspiramos todos, los que buscamos progreso, tranquilidad. La alternativa nos la recuerda Nadia, con su cara, que sólo verla narra una historia. Evitemos repetir la cara de la guerra en un país que ya bastante ha tenido.







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