El derrocamiento de Isaías Medina Angarita el 18 de octubre de 1945 habría de generar diversas reacciones de los sectores desplazados por retomar el poder. Ya en enero del 46 estallaron rebeliones militares y también lo que se consideró un
“golpe jurídico” con apoyo castrense alentado por el llamado “Grupo Uribante” integrado por intelectuales andinos como Miguel Moreno, Simón Becerra, Rafael Pinzón, Raúl Soulés Baldó y Leonardo Altuve Carrillo (
al cual por cierto en 1940 estuvo vinculado Pérez Jiménez).
La Junta Revolucionaria de Gobierno de Betancourt había inhabilitado el poder Ejecutivo y el Legislativo pero el Judicial no había sido tocado todavía y según la Constitución vigente de 1944 la falta absoluta presidencial sería asumida por el presidente de la Corte Federal y de Casación que entonces ejercía Antonio Pulido Villafañe. Ante planteamientos de la prensa opositora y rumores de agitación en los cuarteles que lo exhortaban a preservar la legalidad constitucional, Pulido fue llamado a Miraflores y emplazado por Betancourt:
– Usted está conspirando activamente.
– A lo que el magistrado respondió – Sí, estoy conspirando porque soy el legítimo sucesor del Presidente Medina Angarita.
– Betancourt entonces fue cortante – Usted no quiere admitir que aquí hubo una revolución, el orden jurídico ha sido cambiado y quien está sentado y seguirá sentado en la silla soy yo y no usted.
El prestigioso jurista salió del Palacio para un calabozo.