Eccio León R.
Desaliento total de todo un país que ha caído en las redes de la dádiva clientelista, la injusticia, el chantaje, la impunidad, la corrupción, el vandalismo político, la delincuencia y el desgobierno. Aquí ya todo se vale porque no hay castigo para los delitos que cometen los que están vinculados al poder. Quienes son acusados, salen ilesos por su vinculación con las altas esferas. Los funcionarios que roban resultan ser invisibles para la justicia y aquellos que lavan millones a la vista de todo el mundo se dedican a pagar por su protección y disfrutan del dinero mal habido sin ningún temor. Muchos de ellos son tratados como héroes nacionales y promocionados como ejemplo de trabajo y honestidad.
Las cifras sobre el desempleo y la pobreza son manejadas con desgano según la conveniencia. Un exsuperministro y "genio de economía" ingeniero eléctrico de nombre Jorge Giordani, Confesó en algún momento cuáles eran las verdaderas intenciones de su revolución: “Esta revolución se propone hacer un cambio cultural en el país, cambiarle a la gente la forma de pensar y de vivir, y esos cambios sólo se pueden hacer desde el poder. Así que lo primero es mantenerse en el poder para hacer el cambio. El piso político nos lo da la gente pobre, ellos son los que votan por nosotros, por eso el discurso de la defensa de los pobres. Así que los pobres tendrán que seguir siendo pobres, los necesitamos así, hasta que logremos hacer la transformación cultural. Luego podremos hablar de economía de generación y de distribución de riqueza. Entretanto, hay que mantenerlos pobres y con esperanza. Todo este proceso de destrucción se ha configurado como cambio cultural el cual ha abarcado varias generaciones: los adultos se resisten y se aferran al pasado; los jóvenes la viven y se acostumbran, y los niños la aprenden y la hacen suya. Podría tomar hasta 30 años, nosotros ya llevamos dos décadas”.
Las personas ya no saben en quién confiar mientras la credibilidad en los líderes políticos de la oposición cae al más bajo nivel, en acusaciones por corrupción, traiciones y peor, en debilitar a la Asamblea Nacional para beneficio del régimen. El desaliento es generalizado, porque no se ve en el horizonte algo que haga posible que las cosas cambien o mejoren. Y si se toman en cuenta los líderes políticos, cuya popularidad está fuertemente influenciada por el poder mediático, sus ambiciones reeleccionistas representan el más grande retroceso de los últimos años para la democracia venezolana. Buena parte de los grandes logros que ha alcanzado la humanidad se han conseguido a pesar de la crítica y el desaliento producido por otros y percibo que, frente a la posibilidad de la derrota del ego, vemos muy lejos el cumplimiento del objetivo, por lo que anticipadamente terminamos por darnos por vencidos, muertos de miedo, restándole posibilidad al proceso mismo. Pues al fin y al cabo lo importante no es llegar a la meta, sino participar, para ir aprendiendo en la marcha, cómo ser vencedores en el torneo de la vida.
El miedo al fracaso nos paraliza y se alimenta con la importancia que le damos al comentario de los demás, así como la falsa creencia de que no somos merecedores de alcanzar las metas. Entonces cada intervención de los detractores debe considerarse como una oportunidad para evolucionar si y sólo si ellas nos permiten aprender de los errores, hacer las correcciones que sean pertinentes y de esta forma construir una versión mejorada de nosotros mismos, para cumplir con nuestros sueños. Hay que soñar en un mundo mejor, en una familia mejor, en un desempeño laboral mejor, en una comunidad mejor, para que algún día, partiendo de la realidad que nosotros mismos construimos podamos decir: sí se pudo, pese a los críticos y des-animadores de turno, que, desde su pesimismo, disfrazan su miedo a fracasar en el sagrado arte de vivir.
Tenemos la obligación de crear una sociedad cada vez más democrática, abierta e integrada al mundo, con mejores instituciones y una cultura política pluralista, dedicada al verdadero servicio público. Como sociedad debemos proponer una estrategia de desarrollo productivo fundada en el trabajo de los venezolanos y en una progresiva e inteligente integración económica internacional. Defendamos una política de protección social que atienda a las familias que necesitan ayuda y que brinde autonomía a cada uno de sus integrantes para que puedan construir su vida en libertad. Velemos por la responsabilidad del Estado en brindar servicios de calidad para el mejoramiento de la sociedad y su preparación para los desafíos del futuro, apostemos a la verdadera igualdad ante la ley, del Estado democrático de derecho, porque ningún dirigente y ninguna corporación puedan reclamar un trato preferencial, la igualdad de oportunidades, que permita a cada habitante de Venezuela tomar en libertad las decisiones más importantes de su vida, dónde vivir, cómo desarrollar su vocación y cómo planificar su futuro.
En fin, en momentos en que la crisis social y económica del país golpea el ánimo y la identidad colectiva nacional, vale la pena rescatar el ejemplo de venezolanos que han destacado o destacan por su talento, probidad y espíritu cívico, con el fin de obtener de ellos la inspiración necesaria para encarar el nuevo año, sus dificultades y sus retos.