Reynaldo Espinoza Hernández, Personaje Inolvidable
Vida 21/02/2021 08:00 am         


Promotor de la música llanera, y de concursos de belleza, pionero de la música clásica en la radio, cronista, escritor y poeta popular. Su vida es rescatada en la siguiente crónica.



Por Eleazar López C.


No he conocido a venezolano más interesante que Reinaldo Espinoza Hernández, cordial, espontáneo, creativo, inteligente, además de optimista irreductible, promotor por excelencia y llanero de pura cepa... Después de haber sido becerrero, ordeñador, amansador, palanquero y pescador, y medio torero, Reinaldo también fue poeta coplero (Yo le pregunté al camino/ porque no se devolvía/ porque no quiero ser noche/ después de haber sido día). Pero también fue buen amigo y simpaticazo. Personaje popular del Gran Café y de la República del Este, a todos les hablaba y a cada cual le contaba cosas de su interés. Entre muchas otras, a mí me contó cómo Stravinski fue a ver tocar a Pérez Prado en Hollywood para decirle: “Vine a escuchar al hombre que me ha desplazado a mí como el músico más importante del siglo veinte”. 

Más allá de comunicador excepcional y contador de anécdotas, Reinaldo era un insigne creador, tal vez, una especie de Diaghilev criollo, porque lograba hacer cosas de resonancia, que si no las inventaba, las mejoraba… O las descubría para nosotros (como descubrió y trajo a Caracas al Indio Figueredo, el de El pajarillo y la India María Laya) o nos enseñaba a disfrutarlas. Todo lo suyo era una primicia y nadie se explica cómo logró tanto con tan poco, si apenas era un muchacho de la provincia. Eso se preguntaba Junio Pérez Blasini cuando revisaba sus notas para hacerle una biografía…
Reinaldo era un jovencito de Achaguas cuando estalló la Segunda Guerra Mundial. A los pocos meses de la contienda (en 1939) a la única motocicleta que había en el pueblo (Mantecal) se le reventaron los cauchos. Se decidió que Reinaldo viniera a Caracas a buscarlos. En su viaje pasó por San Fernando y vio al Presidente del estado, a quien la manifestó que era necesario que se mandara a una persona a la capital a enseñar bailar joropo y a divulgar la música llanera. Al ofrecerse para esta tarea, el Presidente apenas le dio una beca. Al llegar a Caracas se inscribió en la Escuela República de Paraguay, que estaba en la esquina de Cují. Allí completó los estudios de primaria, a la vez que promovió una elección para designar de nuevo el gobierno de la “república escolar”. Entonces ya se notaba su veta de promotor y de periodista, porque allí también dirigió el periodiquito estudiantil del plantel. 

A los pocos días de fundarse Últimas Noticias (Sept. 1941) se apareció en la redacción para entregar unas cuartillas en donde hacía divulgación de conocimientos en frases cortas. Kotepa Delgado le indicó que debía firmarlas como el Sabio Salomón. Además le dijo que le pagaría 30 bolívares. La columna quedó firmada como “El Sabio” y los treinta bolívares quedaron fijos. Dos años después ya tenía un programa de radio en el que hacía difusión de la música clásica. 

Reinaldo fue la persona que ha enseñado más a los venezolanos. Es el mismo muchachito que salió de Achaguas a buscar unos cauchos para una moto, estudió primaria, pasó por Últimas Noticias y fundó el programa que enseñó a los venezolanos a escuchar y apreciar la gran música. Fantasías Dominicales, que permaneció 66 años en el aire (1943-2009), le valió aparecer en el Libro de Records Guinness. El programa abría con una pieza de Beethoven y, citando a Shakespeare, decía: “Quien no lleva la música dentro de sí/ni lo conmueve la armonía de los sonidos dulces/listo está para la traición, la estratagema y el botín”. En sus primeros años también fue secretario del escritor Ramón Díaz Sánchez, publicista de la revista Santo y Seña (1942), colaborador del programa radial Hoy, de Radio Caracas (1942) y hasta Secretario General de la Junta de Gobierno en 1946. Militante de Acción Democrática, Reinaldo se había inscrito en el partido en 1943 y llegó a ser Senador en el Congreso con Lusinchi en 1986 (y nunca fue tras el botín, sino que dentro de sus posibilidades ayudaba a sus paisanos en Apure, aparte de siempre andar en apuros por las dificultades que tuvo que enfrentar en los diferentes proyectos que acometió; pero ninguno de índole política, propiamente; si bien hubo una excepción anecdótica.
Reinaldo apareció de curioso el 19 de octubre de 1945 en la noche Miraflores, y como nadie estaba allí, en los albores de la Revolución, sabía escribir a máquina y ocupó el puesto de secretario. —Pon ahí de Ministro de Guerra, mejor de Defensa, que es más moderno, al mayor Carlos Delgado Chalbaud —le dictaba Rómulo—. Hay que dividir el del Trabajo y Comunicaciones: uno para el “Calvito” y el otro para Mario Vargas. Gonzalo es bueno para la Gobernación. Reinaldo escribía con rapidez —con dos dedos, pero con rapidez—. Valmore para el Interior. D’Áscoli para Hacienda —prosiguió Rómulo—. Y así, con el detalle que Betancourt no tenía a nadie y Reinaldo sugirió al Macaco, que el nuevo Presidente no sabía quién era, y así entró al Gabinete Eduardo Mendoza Goiticoa, hermano de Eugenio Mendoza, todo, gracias a una carambola de Reinaldo. Ninguno de ellos, incluyendo el Macaco, fundador de Protinal para Eugenio, se lo agradecieron, pero, igual, Reinaldo no buscaba recompensas. Era llano y promovía cosas.

Fue él quien mostró a los venezolanos los grandes espectáculos, a la par de otros empresarios artísticos, deportivos o taurinos, y nos enseñó a estimar y apreciar la belleza de las mujeres. Hizo que ellas fueran más lindas, cultivadas y hermosas, para ponerlas a competir en el exterior con las más bonitas del mundo. Las llevó afuera y las hizo triunfar en el concurso de belleza que le organizaba a Pan American y que luego, fue suyo (desde 1952 a 1962, cuando le vendió la franquicia a Publicidad Oppa que, a su vez, en 1969 se la traspasó a Cisneros, que fue cuando entró Osmel Sousa). A él le debemos el triunfo de Susana Djuim en el Miss Mundo; pero no sin antes tener serios enfrentamientos con la Liga Femenina y la Iglesia, que se oponían a que las chicas se exhibieran en traje de baño. También se enfrentó a las calvas, que en 1953 armaron un zaperoco en el Club Venezuela (la presentación de las misses la transmitía Venevisión), porque querían que en el evento participara al menos una muchacha pelona.

Sus turnés por todo el mundo eran famosos y también nos enseñó a comer, pues jerarquizó los restaurantes de Caracas y les dio caché, a lo cual también agregó su simpático arte de pedir fiao. Reinaldo era el rey de las firmas, que no pagaba. “Los venezolanos deben aprender a vivir del crédito, que debemos aprender a movilizar”, decía; y esto antes de que Rafael Minaya se adelantara a las tarjetas de crédito con la suya propia, en una mueblería en el Pasaje Zingg donde le fiaba a las mujeres (y no a los hombres que, según él, eran mala paga, de lo cual era muestra Reinaldo, a quien ponía de ejemplo). Aunque un limpio —estatus que nunca cambió— Reinaldo fue pionero de lo fastuoso. Toni (Grandi) no le permitió a Guillermo Pacanins, el Gobernador de Caracas cuando Pérez Jiménez, que aumentara su cuenta en su boîte de la Plaza Venezuela en más de 46 mil bolívares. Una noche no le quiso servir: “Abona algo o se va para la calle”. Pero Reinaldo tenía anotado ya más de 47 mil bolívares, y seguía fresco y activo brindando, generoso y magnánimo, a quien se le acercara a saludarlo. A Pedro Estrada, quien manejaba de forma personal las cuentas secretas de la Seguridad Nacional, y consumía por él y por el servicio, se le cerró también la cuenta. Un conocido escritor describió a Reinaldo como “el héroe del deber cumplido”. 

Pedro Salazar Aguilera fue secretario de Finanzas de Acción Democrática y junto con Paz Galarraga inventó “El pote”, una lata (como una especie de alcancía) de color blanco donde estaba pintado el muñequito adeco de Manuel Martínez, para recaudar dinero entre los militantes del partido. El pote se repartió en toda Venezuela para llenarlo de contribuciones para fortalecer las finanzas del partido. De todo el país comenzaron a llenar miles de potes llenos, porque los ahorros de los padres, las madres y hasta los adequitos y servicios de la familia tenían su pote con su nombre y un número. El primer pote se abrió en un acto público con brindis y discursos. Contenía cinco mil bolívares. El total era fabuloso, incalculable y sirvió para grandes palazones y almuerzos en restaurantes caros... 

En esos tiempos, Pedro Salazar entró en combinación con Reinaldo para celebrar las festividades de Puerto la Cruz, adonde ya tomaba forma el famoso Morro creado por el ingeniero Daniel Camejo Octavio. Ideada para llamar la atención sobre la ciudad, Reinaldo inventó la Feria Internacional del Mar y de la Belleza. Entusiasmado sobre las posibilidades del negocio, le oí decir: “Se va a ganar mucha plata. Habrá grandes fiestas y extraordinarios espectáculos . Figúrate tú, que Pedro dice que es mejor que “El Pote”.







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