La siguiente crónica fue escrita un día después de su muerte y publicada en el semanario ABC de la Semana
Eran días de efervescencia y agitación; y el gobierno de Betancourt lucía acorralado por la presión popular y las conspiraciones. Se anunciaba el carácter comunista de la revolución cubana, y la izquierda venezolana se preparaba para la lucha armada. En esos días apareció el diario “Clarín” cuyos primeros tirajes aseguraron el éxito del tabloide y ya a las semanas habría de conocer el acoso de los cuerpos policiales. Un grupo de jóvenes asumíamos el aprendizaje como reporteros. Gloria Cuenca, Adolfo Herrera, Carlos Feliú, Olmedo Lugo, Rosita Caldera, entre otros, junto a experimentados periodistas como Euro Fuenmayor y Carlos Lezama, teníamos el encargo de alentar un periódico novedoso, irreverente y capaz de reflejar las tensiones de la época. Los titulares agresivos se mezclaban con fotos atrevidas y en un ángulo de la primera página se insertaba una crónica a una columna firmada por “Hemeze”, las iniciales trucadas de Manuel Caballero; se tomaba de este modo el estilo de la primera página de “Le Monde” con las clásicas notas de Robert Escarpit.
Leonardo Montiel Ortega, su fundador y director por poco tiempo, fue detenido por medidas de alta policía y la Constitución promulgada el 23 de enero de 1961 mantenía suspendidas indefinidamente las garantías políticas y económicas. Una noche se anunció que el diputado Luis Miquilena asumiría la dirección, y que había invitado a Jóvito Villalba a conocer la redacción. Como estaba previsto, Jóvito llegó acompañado de Miquilena y José Vicente Rangel (que ejercía en la práctica la dirección del diario), a la mezzanina del edificio “Vanguardia”, en la esquina de Caja de Agua. Después de los saludos de rigor Villalba preguntó: ¿Y dónde está el temible “Hemeze”? Fue en verdad una noche de sabrosas anécdotas, con preguntas y respuestas esclarecedoras alrededor de una mesa presidida por el líder histórico.
Caballero ya tenía trayectoria política y en 1958 a la caída de Pérez Jiménez formó parte del equipo fundador del vespertino “El Mundo”, junto a Ramón J. Velásquez y Simón Alberto Consalvi. Como militante de Acción Democrática actuó en las acciones universitarias contra la dictadura y antes de partir exiliado a París se comprometió con la militancia comunista. Pompeyo Márquez recuerda que en 1956 lo acompañó a una entrevista con Jacques Duclos, el secretario general del Partido Comunista Francés, cuando él como “Santos Yorme” buscaba apoyo en la lucha contra Pérez Jiménez.
Los hechos siguientes embarcaron al PCV, al MIR y un sector de URD en la lucha insurreccional. Caballero, combinaba la investigación y la docencia universitaria con sus colaboraciones para varios medios de izquierda. Luego el nacimiento del MAS en 1971 lo llevó a las tareas de dirección del partido que se proponía el refrescamiento ideológico del socialismo. En 1974 volvimos a coincidir bajo el techo de un periódico. Caballero era subdirector y yo jefe de redacción del diario “Punto”, cuya dirección había entregado Eleazar Díaz Rangel a Pompeyo Márquez. Se abrían las expectativas creadas por la “Gran Venezuela”, estaban en camino las nacionalizaciones del hierro y el petróleo, y se acrecentaba el debate parlamentario al tiempo que el MAS se convertía en una ineludible referencia partidista. Caballero y Márquez redactaban las notas editoriales y en algunos casos discutíamos y aprobábamos los titulares. Recuerdo dos páginas memorables. Luego de una larga agonía se anunció la muerte del generalísimo Francisco Franco. Durante varios días seguimos la situación española desde el ángulo de lo que habría de ser el postfranquismo a través de colaboradores en el extranjero. Era obvio el titular de ese día: “Murió Franco”. Sin embargo, Caballero se sentó frente a la máquina y escribió: “Descansa España por la gracia de Dios”, y luego en el sumario dimos los demás detalles. Otro día nos tocó informar sobre la caída de Saigón. ¿Qué podría decirse que no se supiera de la larga lucha vietnamita contra los franceses y la costosa intervención norteamericana? Pedimos una fotografía de Ho Chi Minh que fue debidamente armada como un afiche por la diagramadora Miriam Fernandes y sobre ella colocamos: “Venciste, viejo sabio”. Al día siguiente, el titular de “Punto” recogía el suceso y rendía homenaje al héroe de la guerra.
Caballero asumió luego responsabilidades académicas en la UCV y en universidades del exterior pero permaneció fiel a sus columnas periodísticas y a la reconstrucción (a través de numerosos títulos), del acontecer histórico venezolano. En los últimos años si hubiera que escoger al articulista de combate más tenaz e implacable contra el régimen chavista, no cabe duda que el temible “Hemeze” merecería el primer lugar. Hace unas semanas en la tertulia de Lonchy`s, el editor Fausto Massó me propuso hacer un libro-entrevista con Caballero. Lo llamé por teléfono, lo puse al tanto del asunto y aceptó, aunque advirtió que debía atender un tratamiento médico y que luego podríamos emprender el trabajo. El domingo un amigo común llamó para dar la noticia de su muerte. Y esa mañana apareció su último artículo en “El Universal”. Frustrado el proyecto editorial pienso que éste no hacía falta: es más que abundante y conocida su herencia intelectual en el ensayo, la crónica, la cátedra, la investigación, las charlas en librerías y cafés, y en los recuerdos de las viejas redacciones cuando el periodismo más que un oficio, era un vicio incorregible sin advertencia sanitaria.